Ocio y sociedad
Piano y literatura: testigos de una noche de luna llena
Miércoles 1 de agosto. Una noche como las demás en la capital del Cesar si no fuera por ese astro que alumbra el firmamento con todo su rostro y alborota las emociones.
En la casona de la familia Castro, la actual sede de la Fundación Pentagrama, músicos y escritores se han dado cita para compartir el gusto por la expresión artística y disfrutar de esos momentos sencillos que también son inolvidables.
Cada uno en su idioma, exponen las creaciones que los caracteriza. Por un lado, Pedro Perales quien, además de dominar las matemáticas y las ciencias exactas, también sabe expresarse con las notas refinadas de un piano de cola, explaya la maestría de Richard Clayderman.
Su “Balada para Adelina” es un tema ilustre que impregna un aire de nostalgia y captura la atención de los presentes. Todos ellos, venidos para saborear un instante de cultura -que cambia de la oferta habitual-, observan con atención desde sus sillas lo que los artistas les tienen reservado.
Jenny Uhía, jefa de orquesta de estos encuentros lunáticamente provechosos, se encarga de anunciar a los escritores a su modo: con calidez y ternura, y ellos hacen lo propio. Se instalan cerca de la ventana que asegura una cuota de aire fresco en la noche ardorosa.
Empieza Alberto Peñaranda leyendo el cuento que le otorgó el premio departamental del Cesar en 2009 bajo un acompañamiento musical de piano. La fotografía es inusual: el dúo del escritor y pianista sorprende a un espectador que ve cómo el relato se acomoda sobre un colchón de notas interpretadas con suavidad.
Luego, prosigue Leonor Dangond Castro, ganadora del Premio de la procuraduría en 2006, con su cuento “El santuario de Guatabita”. Su lectura animada aporta vida al espacio y una pizca de drama.
El desfile se alimenta de otros escritores destacados: Quiroz Moreno, ganador de un premio nacional de cuentos en Venezuela, deslumbra con su poderosa lectura del cuento “Desasosiego nocturno”. Yadira Vega marca un cambio notable con la lectura de cuentos hiperbreves e impactantes como “Petición”, “Espíritu” o “La burbuja”.
Ricardo Antonio Arias desvela un poco más de su obra palenquera con su cuento “Los cangueras del cielo” y María Elena Zalabata expone lo mejor de su obra infantil “El árbol malhumorado” en un ambiente de respetuoso silencio.
Entonces, vuelve el sonido del piano y las interpretaciones de Pedro Perales. Ésta vez con un tono jazzístico que no deja a nadie indiferente. Antes de urdir la melodía de la Piragua con un vendaval de “negras y blancas”, el pianista conmueve a todos con una composición insigne del cubano Osvaldo Farrés: Quizás, quizás, quizás.
No hay nada como el bolero en una tierra cálida como la vallenata para despertar las pasiones. Y en ese cuadro de acentos caribeños, los escritores Graciela Murillo, Álvaro Maestre, Miguel Barrios y José Luis Molina terminan una marcha llena de ingenios y atrevimientos literarios.
En el recuerdo quedan grabadas las dulces mescolanzas: notas de un piano y palabras de un cuento. De esas mezclas nacen los néctares más exquisitos y adictivos. Frutos de alianzas entre la Fundación Pentagrama y la Fundación AVIVA.
Johari Gautier Carmona
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