Opinión

Guatapurí, una historia que quiero que vivan mis hijos

Armando López Sierra

31/01/2013 - 12:15

 

Río GuatapuriUn 25 de abril, víspera del Festival Vallenato, del año 96, madrugué para hacer mis ejercicios matutinos. La luna atestiguaba como aquella brisa fría se conjugaba con cada uno de los poros de mi piel.

Ese día cambié el trote por un caminar suave. Más que la quema de Calorías, preferí disfrutar de aquel delicioso clima  que acompañaba mis pasos, mientras me deleitaba con el sentimiento de bienestar que percibía en cada una de las personas que al igual que yo también caminaban. Sus sonrisas dibujaban la nobleza y la alegría del vallenato a punto de escuchar el acorde de un acordeón.

Mi trayecto duró media hora más de lo que acostumbraba a realizar. Al llegar al puente de Hurtado, me posé en la baranda derecha y pude percibir toda la imponencia de un río que aparte de bañar a propios y extraños, también ha sido fuente de inspiración para los más hermosos cantos vallenatos.

En los 9 años que llevaba gozando del cielo vallenato, no había logrado dimensionar la majestuosidad de ese hermoso afluente, que bajaba desde la sierra bendita para ser nuestro alimento de vida.

No logro definir el sentimiento que en mí brotó ese día, pero sentí que al sumergirme en ellas volvía a renovar mis votos bautismales. Sentía que Dios mismo me tocaba, mientras aquellas aguas purificaban mi cuerpo. Ese mismo día nacía en mí el más noble sentimiento por estas tierras, ese día era adoptado como vallenato.

Hoy, 17 años después, recuerdo con gran regocijo el sentimiento que en mí brotó, y como aquellas aguas sagradas protagonizaban mi historia; pero me duele porque ahora lo que siento es temor, temor por verlas apaciguadas ante la inclemencia del hombre.

En mis nuevos paseos veo al Guatapurí llorar, estrellando sus lágrimas en las rocas que irrumpen celosamente en su camino. Lo veo triste, sollozar de pena por la mano hambrienta que surca sus torrentes para extraerle sus bendiciones como aquel que extrae del hombre su sangre, sin importarle su necesidad para existir.

Los árboles que adornan sus laderas están débiles y ya no desean seguirlo custodiando.

La muchedumbre sigue gozando de lo poco que hoy queda, contaminando su estancia, desentonando el ambiente con sus arrebatos citadinos; pero nadie llega a preguntarle qué hacer para verlo otra vez sonreír.

Esta no es la historia que yo viví, esta no es la historia que quiero dar a vivir a mis hijos.

 

Armando López Sierra

@arjalosie

Sobre el autor

Armando López Sierra

Armando López Sierra

Corazón guajiro

Nacido en Maicao (Guajira), el 30 de Octubre de 1979. Ingeniero de Sistemas, escritor, compositor, conferencista, investigador, docente, un enamorado de la vida, defensor de las buenas obras, auspiciado por Dios. Cofundador del grupo cultural Raul Gomez Jattin de la Universidad Popular del Cesar. Finalista en la primera versión del concurso de cuento corto “En el Cesar todos estamos en el cuento”. Ganador del Primer Premio de Crónica Ciudad de Valledupar 2012, categoría B. En su columna “Corazón Guajiro” busca dar un aporte desde sus experiencias, sus creaciones, sus reflexiones y su entender sobre la cotidianidad de la vida y todo lo que a su alrededor puede tejerse y acontecer.

@arjalosie

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

El circo de los tres colores

El circo de los tres colores

Luego de meditar mucho sobre la actualidad del país, concluí que Colombia necesita una nueva refundación. Un nuevo grito de emanci...

Lo que ensombrece a la JEP

Lo que ensombrece a la JEP

  Desde su creación, este gran tribunal que surgió tras la firma de los acuerdos de paz de La Habana, entre el gobierno del entonce...

¿A quién se le puede llamar juglar?

¿A quién se le puede llamar juglar?

  Por  estos días me llegó un correo electrónico que me llamó la atención, toda vez que en él el remitente me hace una pregu...

Nuestra triste obsesión por las etiquetas

Nuestra triste obsesión por las etiquetas

Poniéndome a pensar, el problema que tiene Colombia es que no sabemos vivir sin categorizar. Me encontraba leyendo la poca agradabl...

El Tayrona: pensado para extranjeros

El Tayrona: pensado para extranjeros

  Hace pocos días tuve la oportunidad de recorrer algunos lugares de la Costa Caribe colombiana: Valledupar, Fonseca, Maicao, Rioh...

Lo más leído

La historia detrás de la canción “La piragua” de José Barros

Alejandro Gutiérrez De Piñeres y Grimaldi | Música y folclor

La Muerte de Abel Antonio

Álvaro Rojano Osorio | Música y folclor

Los mejores comienzos de novela en español

José Luis Hernández | Literatura

El discutido origen de la arepa

Redacción | Gastronomía

Leer no duele

Diógenes Armando Pino Ávila | Literatura

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados