Opinión
Adiós al último Juglar
Hace casi cuatro años escribí un artículo que titulé “El último juglar", y expliqué en él por qué no se le puede llamar juglar a cualquier músico; sin embargo, esa palabra se ha puesto muy de moda en nuestro medio y hoy se emplea para referirse indistintamente a un compositor, cantante o acordeonero vallenato.
De nuestros músicos completos, a mi juicio, el único juglar que alcanzó a vivir en el siglo XXI se llamó Vicente “Chente” Munive, a quien despedimos esta semana del mundo terrenal, pero que sin duda acompañará en la juglaría celestial a tantos otros que se le adelantaron.
En una de mis correrías culturales de hace algunos años, al preguntarle a Tomás Darío Gutiérrez qué era para él un juglar, no dudó en afirmarme categóricamente, que el único juglar que existía en la actualidad era “Chente” Munive y me indicó el camino a La Mina, el pueblo donde podía entrevistarlo.
Sin titubeos me desplacé a ese caserío y allí, en una hermosa casa de bahareque y palma, encontré a Carmen a quien “Chente” le compuso y cantó: “Carmen no deja de contrariarme no sé por qué razón, no quiera que yo vaya a la calle ni que yo tome ron”.
Ella me indicó que a “Chente” lo conseguía en Guacoche, donde la otra mujer; así que tuve que devolverme y, efectivamente, montado en un burro lo encontré llegando a la casa y abrazando a “la negra”, como le gustaba decirle a Edilma, una morena mucho menor que él, que irradiaba alegría por todas partes. Así conocí al último juglar.
Y fue “amor a primera vista”; pasé con “Chente” la tarde más agradable de mi vida, escuchándole sus cantos, sus anécdotas, sus vivencias, los cuentos de sus parrandas e, igualmente, hablar sobre sus mujeres. Sacó el acordeón y me tocó más de cinco merengues; guardo ese video como lo que es: un tesoro; nos “encarretamos” tanto, que me lo llevé a Bogotá a tocarme una parranda.
Este hombre sí reunía las características de un Juglar: recorría la provincia cantando y tocando sus canciones, esas que narran los amoríos y andanzas; bohemio en todo el sentido de la palabra, enamorado como él solo, campesino humilde y trabajador, lo que siempre quiso ser y fue, dicharachero, alegre y divertido, ese fue el “Chente” que conocí.
Munive me había invitado a Goacoche nuevamente, porque quería que yo probara el sancocho de gallina que hacía “La negra”. Mi tristeza es inmensa por haber postergado esa cita que ya no puedo cumplirle, por lo menos en la tierra: ¡Cómo te adelantaste, viejo! Lo último que puedo decirte es que me debes esa parranda y en el cielo nos vemos...
Jorge Nain Ruíz
@JorgeNainRuiz
Sobre el autor
Jorge Nain Ruiz
Vallenateando
Jorge Nain Ruíz. Abogado. Especializado en derecho Administrativo, enamorado del folclor Vallenato, cantautor del mismo. Esta columna busca acercarnos a una visión didáctica sobre la cultura, el folclore y especialmente la música vallenata. Ponemos un granito de arena para que la música más hermosa del mundo pueda ser analizada, estudiada y comprendida.
0 Comentarios
Le puede interesar
La gracia de una mujer que apodaron Meche Romero
“Ella (Meche Romero) fue la primera mujer que, allá (Valledupar), escribió en un periódico, y su vinculación a esta casa ...
Editorial: Campaña sin contenidos e ideas sin contención
Una campaña se acaba y el trabajo de unos nuevos políticos electos empieza. No hay tiempo de reposo en este mundo y menos para quiene...
Historias de mi pueblo
Colombia se encuentra convulsionado, la pandemia ha desnudado el problema del servicio de salud, ha causado millones de muertes, he...
Editorial: El juglar que nos recordó lo absurdo de la violencia
El pasado 26 de abril, durante la inauguración del Festival Vallenato, un acto de superación significante nos llamó la atención. P...
Valledupar, del blanco colonial al naranja actual
Si usted, amigo lector, está en Valledupar en su cumpleaños 469, ni se le ocurra meterse a Wikipedia para saber algo de su histor...