Opinión

El Horizonte de las redes sociales

Bruno Perón Loureiro

02/12/2013 - 11:00

 

Mientras los gobiernos reaccionen con reprobación a las denuncias de espionaje que afectan sus intereses estratégicos, los ciudadanos publican sus libros de vida en Internet.

Empresas como Facebook, Google y Twiter, al contrario del obsequio que parecen ofrecer, ofrecen contenido público solo como facilitadoras del acceso a mayor número de personas. Detrás de todo acto gratuito hay generalmente una acción interesada y meticulosamente planeada.

El objetivo de estas empresas estadounidenses mencionadas es el de cualquier negocio, expandirse, lucrar, ser eficiente, conquistar clientes y aumentar la productividad, mientras que su diferencial es el de contar con habilidades innovadoras y tecnológicamente restrictas en el manejo de los recursos de Internet. Su foco pasa a ser entonces no solo conquistar clientes, sino también invadir su consciencia, descubrir sus preferencias y perfilar su identidad.

La violación de la privacidad de este modo es un tema mucho más limitante que escuchar las conversaciones del vecino. Es una relación de voluntad. Los gobiernos y sus tomadores de decisiones no quieren ser espiados, mientras que los usuarios de Internet quieren que sus diarios sean vistos. Esta apertura de sus vidas está en forma de blog, fotografías, tweets (lo que alguien hace a esa hora), cambios en los chats, biografías, historias profesionales y compras virtuales.

Para una idea más clara de la evolución de los usos y apropiaciones de la Internet, es suficiente comparar los cambios en los chats. Tuve una sensación de amplitud cuando instalé a mediados de los 90 el MIRC (Internet Relay Chat) que fue un programa popular de chats virtual. Comencé a entender el significado de globalización. Después que me conecté a una sala de chat, la primera persona con la que conversé en inglés se identificó como habitante de las Filipinas. Me aproximé a alguien del otro lado del mundo.

Cuando la Internet era una novedad comercial la mayoría de las personas se identificaba con apellidos en los programas de chat (ICQ, MIRC). Al pasar el tiempo hubo la necesidad de crear entradas (MSN, Orkut; Facebook) con nombre completo, dirección electrónica e información de las preferencias editoriales, educacionales, musicales, sexuales, entre otras.

Este cambio en la oferta de servicios del chat por Internet evidencia algunos intereses. Me refiero sobre todo a los de las corporaciones que mejoran la eficiencia de su publicidad para conquistar clientes. Cito el ejemplo de la publicidad dirigida que resulta del funcionamiento de las cookies (aplicaciones que se instalan en el navegador de Internet cada vez que accedemos a un website. A través de ellas los mensajes publicitarios sobre un producto que buscamos en Internet nos alcanzan frecuentemente al acceder a otras páginas web.

La internet se convirtió en un gran medio donde se realiza la política cultural de los Estados Unidos. Mientras los Ministerios de cultura ponen dinero en ballet, opera y la restauración de espacios antiguos, el gobierno de los Estados Unidos patrocina –sin tener una política explicita– su sector corporativo vía Internet. Sus empresas hacen nada más ni nada menos que guardar las preferencias de los ciudadanos de todo el mundo (excepto de China) en un microchip que cabe en la palma de la mano.

Las redes sociales son entonces una espada de dos filos. Por un lado ellas son un espacio público donde las personas que se conocen en la vida real muestran lo que no son, con el fin de ocultar sus imperfecciones y no perder el tiempo en el transporte urbano para encontrar alguien en el mundo físico., por otro las empresas que dirigen estas redes sociales obtienen informaciones de aquello que sus usuarios quisieran ser y las usan para fines comerciales.

En este horizonte de usos y apropiaciones del Internet, recomiendo que los gobiernos inviertan pesadamente en educación y en investigación científica y tecnológica, evitando la censura. Hay inversiones que no se pueden aplazar. Una de ellas es la que cambia nuestra relación con el uso de las nuevas tecnologías de Internet. La modernización de nuestro ambiente nos está dejando atrás.

 

Bruno Peron Loureiro


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