Opinión
Diáspora y génesis afrocaribeñas (X): Efluvios danzarios hacia Europa
Verdadero torrente, tsunami de danzas y cantos causaron las embarcaciones de la región caribeña en los interminables intercambios con Europa entre los siglos XIII a XV.
Esta región específica de nuestra América corresponde a varios países y regiones como las Antillas Mayores y Menores; más al Norte como Puerto Rico, Jamaica, República Dominicana y Cuba, y en la periferia las costas de México, Panamá, Colombia, Venezuela y Perú, siendo Cuba el eje del desarrollo de la música popular y folklórica.
Se registra que en esta gran isla los primigenios indígenas guanahayabeyes, siboneyes y taínos, aportaron el areíto como expresión de sus reuniones tribales o comunales, empleando tambores de troncos ahuecados, flautas de hueso y caracoles con orificios o guamos, maracas y sonajeros de espina de pescado.
Gradualmente, el proceso colonizador con la influencia decisiva de esclavos africanos con sus tradiciones religiosas, sincretismos o santerías que imponen parangones con las deidades cristianas, sus tambores de conga, acompañantes de las futuras comparsas que se propagan por todo el Continente con diversas denominaciones: en Brasil encontramos danzas candomblé, nago, umbanda, cabloco y payelonza; en Cuba, Lucumí, ñáñigo y bantú; Petró y radá en Haití, y María Lionza en Venezuela. Desde Jamaica se difunde la cunfa, poco y myal, así como changó en Trinidad y Granada.
El extenso repertorio registra la danza negra sudanesa, como fandango, que en España asume el nombre popular de gaditana, murciana o malagueña, según las adaptaciones regionales. El canto bantú de los congos es la popular zarabanda, de práctica sacromágica que en Europa influencia suites, conciertos y sonatas de Bach, Purcell, Brahms y Couperín.
También se destacó la chacona mexicana, que Cervantes, Lope de Vega y Quevedo, llaman “indiana amulatada”, las que tuvieron variantes como el pasacalle, la folía y el cumbé, muy acogidos en Portugal, con muchas personas en frenesí tocando platillos y sonajeros. De allí es fácil deducir que la voz africana “cumbé”, se refiere a danza jolgorio o parranda, conocido en el Congo como “cumbá”, término acogido en Venezuela, y el “paracumbé”, reseñado por los poetas del Siglo de oro español, y el “caracumbé” en lugares de explotación minera en Antioquia, y cumbia o cumbiamba, ritmo colombiano.
El ambiente musical y danzario se enriqueció en todas las grandes Provincias americanas, como la del Río de la Plata, con el candombe, el tango y la resbalosa. La rumba, según Carpentier es “la juerga con mujeres sin rumbo”. Otras danzas acogidas por esclavos y dueños francesas eran “las calendas”, provenientes de Guinea, y se esparcieron gradualmente por toda la región. La coreografía del “puntapié al delantal”, similar al fandango español, se atribuye al “chuchumbé”, de la familia de la zarabanda, con movimientos, meneos y ademanes que acercaban a las parejas.
Pérez Prado, asume que la expresión “mambo”, de los sacerdotes orishas congos, expresa comunicación con los espíritus, mediante el canto, y en el compositor los metales presentan un diálogo continuo, entre saxos y trompetas. El merengue afrohaitiano, adquiere modernamente nacionalidad dominicana, así como se extiende hasta la Cuba oriental, la música dahomeyana, llamada “cocote o cocoyé”, en serie de coplas con un esquema rítmico que constituye “el cinquillo”, importante por su influencia posterior en la contradanza y el danzón.
Organizaciones secretas como la abakúa o ñáñigos, contribuye al folklore caribeño y antillano con los tambores simbólicos que sólo son rasgados, sin golpearse, así como los cantos para cada función ritual.
Hay noticias de que el primer Son, como tal, se atribuye a la liberta dominicana Teodora Ginés, el Son de máteodora, en Santiago de Cuba, el cual corresponde a añeja canción española con estructura de romance extremeño, con estribillo vocalizado y con bandola africana rasgada, ritmo conservado en “La resbalosa” del Sur del Continente y que causa furor en el mundo social de Europa, debido al intercambio incesante como reflejo de cultura y civilización.
Jairo Tapia Tietjen
jtt.stspiritu2@outlook.com
Sobre el autor
Jairo Tapia Tietjen
WikiLetras - In Memoriam
Codazzi, Cesar (1950-2018). Columna en memoria de quien fue un destacado colaborador de PanoramaCultural.com.co. Bachiller Colegio Nacional A. Codazzi, 1970. Licenciado en Filología Española e Idiomas, UPTC, Tunja, 1976; Docente en Colegio Nacional Loperena, 1977-2012. Catedrático Literatura e Idiomas, UPC, Valledupar, 1977-2013. Director Revista 'Integración', Aprocoda-Codazzi, 1983-2014; columnista: Diario del Caribe, Barranquilla, El Tiempo, Bogotá, El Universal, Cartagena, El Pilón, Vanguardia Valledupar: 1968-2012. Tel: 095 5736623, Clle. 6C N° 19B 119, Los Músicos, Valledupar- Cesar.
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