Opinión
A propósito de Rafael Escalona
Paz en su tumba y alegría en el corazón por haberlo conocido. No esperen encontrarme en sus cantos porque no fui una de sus musas, ni en sus parrandas yo le seguí, aunque, si coincidimos en el fragor de los acordeones abrileños fue él por su lado y yo por el mío.
No le pude decir nunca compadre porque no me bautizó un pelao ni yo tampoco a él, no le acolité sus parrandas con Jaime Molina, ni le llevé recados a La Maye, ni pasé hambre en el Liceo al lado suyo porque cuando eso los hombres estudiaban por un lado y las mujeres por el otro.
Dicen que era pantallero, que buscaba la prensa para aparecer siempre diciendo algo inobjetable porque salía de su loca y exuberante mente creadora, pero yo nunca pude sacarle una entrevista.
Cuando él inventó el Festival Vallenato al lado de López y "La Cacica" y con la ayuda de Myriam Pupo de Lacouture, yo era lo que soy: una india rasa. Cuando se fue con los López, Zuleta y Pedro García a Estocolmo para acompañar a Gabo a recibir el Premio Nobel de Literatura, yo estaba en mi propio debut como mamá esperando a mi primer hijo varón.
Pero, cuando la Bolaño lo puso al borde de la muerte yo estaba ahí, rodeándolo en su cama de recuperación postoperatoria con muchos amigos que en vez de un calmante le llevaban botellas de whisky.
Cuando algún familiar o amigo necesitaba que él les mandara de donde estuviera un antojo o un remedio, ahí estaba yo haciendo de puente de su mano generosa extendida. Cuando la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata estaba en pañales, él tocaba las puertas y todas se nos abrieron hasta llegar a la posición que esta entidad tiene y no hubo empresa que en nombre de Escalona se negara a dar un apoyo, una donación, un contrato de publicidad. De eso yo puedo dar testimonio.
Rafa, como era su costumbre, estuvo pendiente de la realización feliz del amor secreto de sus amistades. Era una práctica que compartía con el doctor López. Gozaban ellos con la sacralidad oculta de los amores prohibidos.
Presto estaba a crear las situaciones de encuentro y una vez logrado el objetivo ponía la prudente distancia. Ese es el Escalona que yo conocí.
Hoy, lo que más añoro, es su pícara sonrisa.
0 Comentarios
Le puede interesar
Editorial: El caso Luis Mizar
Pocos casos pueden ser tan paradigmáticos como el del poeta cesarense Luis Mizar en Valledupar. Reconocido como uno de los grandes e...
La mujer compositora del vallenato
Ya he escrito en este espacio sobre la mujer en el vallenato, especialmente la mujer en el canto vallenato, pero ahora debo abordar el ...
Un congresista con investidura de ex-presidente
El 20 de Julio el país fue testigo de varios hecho de relevancia política como la posesión, la instalación del nuevo Congreso y la ...
Editorial: Balance de un año de Cultura en Valledupar y el Cesar
El año que se va nos deja muchas reflexiones a nivel local y departamental. Imágenes de grandes esfuerzos, importantes anuncios, re...
Editorial: En la Cultura, no vale el “Todo-Vale”
“En la Cultura no todo vale. Si hay algo que hay prescribir de las expresiones de la cultura es el “Todo vale””. Estas palab...