Opinión

La estupidez como mecanismo de poder

Alfonso Suárez Arias

18/12/2015 - 05:00

 

Las tiranías fomentan la estupidez.” (Borges)

Nada difícil inferir que la estupidez del ser humano  por sus atributos es mucho más peligrosa de lo que ciertamente aparenta, entre otras cosas porque el individuo lúcido ejercitándose en la reflexión subestima la cantidad de necios que revolotean a su alrededor capaces de distorsionar el entorno de desarrollo.

La naturaleza impone criterios muy por encima de los culturales, por ello un estúpido tiene ese sello personal, tal como el tipo de sangre, color de piel, ojos o cabello, que no compiten para nada con el nivel educativo ni está más acentuada según el estrato socioeconómico. Siempre han existido en la misma proporción en todos los niveles, aunque se trate de ocultar o sea difícil de aceptar, pero el comportamiento irracional de un majadero cada vez amenaza aventureramente a las personas racionales, porque sus agresiones antisociales carecen de estructura lógica e imaginable, rematan lesionando a otros o a ellos mismos sin ganancia alguna, diferente del resultado mostrado por el malvado, que siempre tendrá un plan para causar daño y existirá predeciblemente una acción para contrarrestarlo.

Un incauto creería que un  estúpido se hace daño a sí mismo, error de inexperto, puesto que su accionar precisamente no establece previamente beneficios, confunde al inocente, hace que el inteligente lo menoscabe o que el malvado ejecute sus planes a sabiendas del siniestro golpe intencional que causa. Muy fácil observar estos cuatro comportamientos humanos en los dirigentes de países dinamizados por la religión, política o la actividad social, impregnados de soberbia, corrupción o injusticia general que les divide, clasifica  o discrimina en su condición mortal.

Así que, cuando los estúpidos entran en escena y participan en la dirigencia del Estado apuntalados en corrupción e ignorancia connivente con sus mismos electores, el panorama democrático y libre cambia ostensiblemente, mostrando como la riqueza se destruye y  la misma sociedad se arruina envilecida por el cambio de paradigmas éticos y morales que amparaban los principios y valores formales de la sociedad.

Históricamente la sociedad integradora del país se ha matizado con muchos estúpidos y malvados capaces de hacer retroceder la economía, pero cuando hay suficientes personas inteligentes en el poder es también notable el desarrollo general, incluso  favorable para la gran mayoría de incautos que conforman la masa de indiferentes e indolentes con las trasformaciones sustanciales que se van institucionalizando.

Haber permitido, legitimado y aprobar la configuración de maniobras destructivas concebidas por  los estúpidos revestidos de poder, conducirá inexorablemente al país al deterioro progresivo del concepto corporativo de la comunidad y al empoderamiento de los malvados que exteriorizaran su accionar sabedores de los determinantes daños que causarán a la sociedad.

Con esto se podría colegir técnicamente que en buen numero dirigen el Estado asentados en la arbitrariedad, mientras los malandrines acechan usufructuando medidas de protección y disfrutando de ganancias preconcebidas perversamente, en tanto los contados inteligentes arremeten esgrimiendo argumentos para defender y promover la democracia y la conservación de principios y valores fundamentales garantistas de la convivencia y felicidad para la gran mayoría, incluso aquellos amontonados paquidérmicamente en potreros de indolencia e indiferencia.

Solo un acto perspicaz  y  penetrante de los inteligentes se perfeccionará cuando se logre expulsar a los estúpidos de la dirigencia social, se logre controlar a los malvados y evitar abusos que afecten a todos, incluso los incautos que aun así permanecerán en la apatía.

La estupidez en el poder y sus consecuencias, son el precio que tiene que pagar las naciones porque sus ciudadanos se han desentendido de la política, autorizando con ello que gobiernen los peores.

 

Alfonso Suárez Arias

@SUAREZALFONSO

Sobre el autor

Alfonso Suárez Arias

Alfonso Suárez Arias

Aguijón social

Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.

@SUAREZALFONSO

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