Opinión

Los que salieron del pueblo

Diógenes Armando Pino Ávila

05/09/2016 - 06:10

 

Hace muchos años tomé la decisión de vivir en el pueblo donde nací, es decir, decidí no mudarme a la ciudad, a pesar de las múltiples oportunidades que tuve de vivir en cualquier otra parte del país. Muchos de mis amigos, en razón a trabajo o buscando -como decían ellos- la civilización, salieron del terruño que les vio nacer; otros salieron con el argumento de que sus hijos crecían y necesitaban mejor ambiente para estudiar; otros, burgueses en ascenso, como decíamos en esa época, sintieron que el pueblo era poca cosa para ellos. Algunos consiguieron rendir su menguado capital y decidieron emular a los nuevos ricos de ciudad, en fin, hubo mil motivos para emigrar hacia centros urbanos más poblados.

A muchos de los que salieron les ha ido divinamente bien, educaron sus hijos, prosperaron, y envejecen entre el esmog y la inseguridad propia de las urbes colombianas. Algunos, igual, envejecen como seres anónimos, sin esperanzas, en los barrios marginales de la ciudad y laboran en los más disimiles quehaceres; sus familia se han fragmentado y algunos de sus miembros sobreaguan angustiosamente en esa jungla de concreto que día a día les fustiga y debilita y devora sin remedio.

Este primer grupo de emigrantes, regresa al pueblo esporádicamente, sobre todo en fiestas patronales, festivales o Navidad. Llegan alborozados, muchos con la familiaridad característica del compadre pueblerino, que saluda efusivamente, visita a los amigos, parrandea como antes y sigue granjeándose la simpatía de sus coterráneos. En cambio otros, llegan con hábitos cambiados, han asumido comportamientos citadinos, con un ego magnificado; miran a sus paisanos por encima del hombro, recorren el pueblo en sus coches nuevos, con los vidrios levantados y donde encuentran un conocido paran, bajan el vidrio y saludan sin bajarse del coche, con la pretensión de que su paisano se pare de su sitio, camine hacia el vehículo y entable conversación inclinado ante la ventanilla del carro. Con esto quieren demostrar que han subido de status y que están por encima de esos simples mortales que viven en su pueblo. Esta actitud displicente, transmite el mensaje de desprecio, pues consideran a los que no salieron en dirección de la ciudad como si fueran ineptos, incapaces de “progresar” como ellos “progresaron”.

Dejé de último, a esos paisanos que por otras causas tuvieron que salir de su pueblo, esos son los amenazados, los despojados, los desplazados, las víctimas de esta absurda guerra demencial que por más de cincuenta años ha padecido el pueblo colombiano. Estos paisanos desvalidos deambulan en las grandes ciudades del país, engrosando los cinturones de miseria, habitando casas de cartón en esos sórdidos tugurios sin redención.

Son esos paisanos honrados, pero pobres, que tuvieron que huir despavoridos de sus tierras, abandonándolo todo para salvar su vida. Son las viudas y huérfanos que en esa caravana de miseria abandonaron sus pueblos buscando refugio en otros lugares, tratando de poner tierra de por medio al horror que se enseñoreó en la patria. Son las víctimas del conflicto armado, perseguidos por la guerrilla, ultrajados por los paramilitares y victimizados por las fuerzas militares, son colombianos, hermanos nuestros que milagrosamente se salvaron del baño de sangre que cubrió nuestra patria. Hijos que perdieron a sus padres, padres que perdieron a sus hijos, seres sencillos y buenos cuyo único pecado fue el de ser pobres.

Son las víctimas de todos los males que el abandono estatal ha cultivado, son los que miran con esperanza la terminación de la guerra, son los que aplauden el fin del conflicto con la FARC, son los primeros en comprender que la firma de paz entre gobierno y guerrilla es un paso trascendente. Son estos colombianos los que nos impulsan a hacer campaña por el SÍ en el plebiscito por la paz.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

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Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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