Opinión
¿En qué paÃs nacimos?
La historia de Colombia y la universal registrarán por años y siglos lo que ocurrió el domingo pasado en el paÃs de Macondo, cuando la mayorÃa de la población decidió votar plebiscitariamente que no se implementen unos acuerdos de paz negociados durante más de un lustro entre el estado y un grupo insurgente que lleva más de medio siglo alzado en armas y causando muerte y destrucción a la nación.
Una clase dirigente obtusa, mezquina y sedienta de poder, puso por encima de un anhelo nacional sus intereses de contabilizar votos, convirtiendo un mecanismo de participación ciudadana en elecciones primarias presidenciales y llevando a más de medio paÃs a una frustración colectiva e incertidumbre nacional de proporciones insospechadas.
La comunidad internacional no tiene explicaciones y no concibe como una actitud sensata de un pueblo que se niegue a transitar senderos de paz, luego de haber sido durante tanto tiempo preso de una guerra absurda y prologada que lo ha mantenido en la pobreza y el atraso.
SabÃamos que nuestro paÃs tiene unos niveles preocupantes de falta de educación, como lo registran las pruebas internacionales; sabÃamos que para muchos colombianos aún priman costumbres y tradiciones arcaicas que gran parte del mundo ha erradicado ya, pero no sabÃamos que en pleno siglo XXI más de media nación podÃa dejarse embaucar tan fácilmente con tantas falacias y oscurantismo; tampoco sabÃamos que la religión hubiese retomado en la era de las comunicaciones un poder tan descomunal, que fuese capaz de conducir al abismo como borregos hipnotizados a millones de compatriotas.
Un grupo de politiqueros y religiosos conservaduristas se dieron a la tarea de destruir con mentiras un castillo de ilusiones y esperanzas que llevó años construir y que nos abrÃa una rendija por la que veÃamos una patria distinta llena de progreso y concordia, esos mismos que ahora no saben qué hacer, que no tienen una hoja de ruta, ni unas propuestas concretas para recomponer lo que ellos decÃan estaban en condiciones de pactar en mejores términos.
Hay un adagio popular que dice que más vale pájaro en mano que ciento volando; hace menos de una semana tuvimos la paz o por lo menos una gran parte de ella en nuestras manos, pero inducidos por el egoÃsmo, el odio y la avaricia de poder de unos pocos, ahora hemos postergado ese anhelo y quién sabe por cuánto tiempo.
Hoy lloramos sobre la leche derramada; rÃos de jóvenes llenan las calles y plazas públicas reclamando un paÃs en paz y, mientras tanto, unos precandidatos presidenciales realizan cumbres para tratar de encontrar salidas a la encrucijada en que nos metieron solo por jugar a quién es más poderoso o quién tiene más votos. Qué mezquindad.
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Jorge Nain Ruiz
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Sobre el autor
Jorge Nain Ruiz
Vallenateando
Jorge Nain Ruíz. Abogado. Especializado en derecho Administrativo, enamorado del folclor Vallenato, cantautor del mismo. Esta columna busca acercarnos a una visión didáctica sobre la cultura, el folclore y especialmente la música vallenata. Ponemos un granito de arena para que la música más hermosa del mundo pueda ser analizada, estudiada y comprendida.
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