Opinión

Una columna semanal

Diógenes Armando Pino Ávila

16/12/2016 - 07:10

 

Opinar semanalmente sobre un tema de actualidad se ha convertido en una de mis rutinas, rutina ésta que encierra un grado de complejidad cuando trato que mis lectores no adivinen con antelación de qué va a tratar mi columna. Ésta actividad, aparentemente fácil. trae aparejadas unas angustias que asustan, tales como sentarse ante la PC con la mente en blanco sin nada que escribir. Esa ausencia de tema me causa terror.

Hay semanas fáciles donde el tema fluye sin mayor esfuerzo pues los periódicos, la radio, los políticos y la actualidad del país dan los insumos para escribir, el problema está en no caer en lugares comunes, o llover sobre lo mojado tratando temas que han sido escritos hasta la saciedad. Tiene uno que sentarse a escribir exprimiendo al máximo el magín para tratar el asunto de una manera diferente sin que pierda la gracia y el interés para los lectores.

Cuando uno se exige dar a sus lectores temas diferentes, escritos que no sean rutinarios y por lo mismo evita contenidos trillados, entonces encuentra mayor dificultad, cual es la de filtrar esos cuestiones trajinadas que nos trae la televisión, la radio y los políticos y al optar por tomar una temática diferente, por baladí que fuera ésta, hace que el esfuerzo de producir el texto se multiplique requiriendo mayor grado de concentración y mayor espacio de tiempo para escribirlo.

Al escoger el tema, al pasarlo por el filtro y escribirlo al vuelo tomando el dictado que te da la inspiración del momento, es posible que te goces el nacimiento del texto, pues el trabajo de parto es casi ninguno; otra cosa es elaborarlo, parirlo, construirlo palabra a palabra, eso duele; se dejan girones del alma en cada adjetivo, en cada verbo, en cada oración. Cada frase cuesta, cada idea hay que pujarla y sudarla para plasmarla en el escrito.

Ya elaborado el borrador, hay que leer esa obra burda, retocarla, darle forma a punta de formón, luego pasarle la garlopa del estilo y apuntillarla con los clavos de la ortografía, para más tarde barnizarla con la laca de la gramática y finalmente darle el toque personal del pulimento del estilo. Cuando crees que ya está terminada y das la relectura, te das cuenta que está demasiado extensa y que te excediste en los párrafos. Tienes entonces que convertirte en el cirujano que con el escalpelo de la síntesis debes emprender la delicada operación de retirar el tejido adiposo de los excesos para moldear el cuerpo del escrito y llevarlo a los límites que el periódico o el medio te permite, generalmente unas setecientas palabras.

De nuevo relees y cuidadosamente revisas que esa cirugía que acabas de realizar, si bien mutiló el texto, intentas que las costuras no se noten tan a la vista, para no afear la parte estética de la columna y que el lector no se fije en los muñones donde pasaste el bisturí con más severidad. Encuadrado en el espacio vuelves a leer por enésima vez y te das cuenta que ha perdido sustancia, que ha perdido gracia y que no dice todo lo que tú querías decir, entonces tomas la dolorosa decisión: eliminar todo el texto y escribirlo de nuevo.

 A veces, haces a un lado el texto mutilado e inicias el proceso de parturienta con un nuevo tema y sufres la pesadilla de tener que pasar, paso a paso, por todo el viacrucis descrito en los párrafos anteriores; supongamos que logras terminarlo y después de varias lecturas y relecturas decides darle la posibilidad de ver la luz, entras a la Internet, buscas tu proveedor de correo electrónico y envías al periódico tu texto. Dos días después, te levantas como de costumbre vas a tu portátil ingresas a la Internet y abres la página del medio que te publica y lees tu texto, en él encuentras que se te pasó por alto a ti y a tu editor algunas perlas ortográficas. En fin, amigo lector, no es fácil hacerte llegar cada semana un tema nuevo.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

@Tagoto 

 

 

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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