Opinión
El viejo y las Farc (I)
-Vaya- dijo-, soy un viejo. Pero no estoy desarmado.
Nada más trascendental en el actual desarrollo sociopolítico de Colombia, ver la realización de la última marcha de los guerrilleros de las farc hacia las zonas veredales autorizadas, con la figuración y reto, de entregar las armas y reintegrarse –a una vida civil, feudataria de la fase terminal del conflicto- y por tanto acuartelándose en un crecido mar de especulaciones, refundidas en variados componentes económicos, administrativos, jurídicos, políticos, hasta en lo más sensible del comportamiento en convivencia.
Así parezca inadmisible e impolítica, la fórmula que dio fin a la corrompida guerra fratricida, por encima de la buena fe e incertidumbre, que inquieta con esta aventura a la nación, y aun considerando el temible fondo de la corrupción, como mecanismo adherido arbitrariamente a las actuaciones administrativas, y la indiferencia, incredulidad, y manifiesta oposición de un amplio sector poblacional, curtido por un gobierno resuelto a conseguir los fines, superando los contextos y subterfugios, que se llegaren a utilizar, es el momento para confrontar y reconocer; avances y errores, en la recelosa expectativa de refrendar democráticamente algún día, una relativa paz, confeccionada sobre las bases de una cierta justicia social.
Esta novel etapa de “posconflicto”, no es la paz por su sola esencia, es el escenario donde se podrán configurar las condiciones requeridas para establecerla congruentemente, y solo se obtendrá en el tiempo, con la permisión soberana y la efectividad de la implementación de los acuerdos.
Desde que se intentó reagrupar a los guerrilleros en el Cagüan, no se había referenciado otro hecho tan significativo ante la sociedad, que aun así, continúa indiferente, pero discrimina y estigmatiza el protocolo de convocación, pretendiendo desfigurar con apatía tal acción real e inminente, como lo es la reinserción social a la comunidad, con los prejuicios, antivalores y riesgos, que ello acarrea.
Han arribado a los sitios, variados grupos guerrilleros, con tal heterogeneidad de sus integrantes, que hace ver a otra colectividad acoplada bajo sus propios parámetros -y que deberá ser absorbida- incluso contra el sentimiento de antipatía y resentimiento que los locales expresan. No es fácil ver militantes deambulando, protegidos en su estatus de ex combatientes y con el asilo institucional de sus derechos, sin más exigencia sobre sus deberes, pero es una pasmosa realidad, antes escondida por el debate político.
La gran mayoría de integrantes, son personas entre los 20 y 45 años, que revelan evidentemente a un grupo conformado por incorporados relativamente jóvenes, que se alistaron seguramente de 4 a quince años atrás. Se puede inferir, una renovación generacional en los últimos tiempos, al punto de salir del escenario las personas mayores y de la tercera edad. Aquellos que fueron el soporte logístico de esa guerrilla, de antes y desde cuando se decidió trasmutar su ideología; a la protección y expansión del narcotráfico, la extorsión, el secuestro y hasta el robo de ganados y tierras.
Hoy, menores de edad y reclutamiento -son temas de obligado cuestionamiento- pero también lo es indagar por aquellos viejos y viejas que apostaron su mocedad al servicio de tan discutida ideología, o es que; ¿solo subsiste el grupo de marrulleros jefes, en el que el más veterano es Timochenko, con el derecho adquirido de representarlos?
¿Qué tal que esa misma sociedad, excluida del medio nacional, haya optado por eliminar a los viejos?, en el entendido que únicamente los privilegiados disfrutarían las riquezas obtenidas, tal como les adoctrinó el ideario marxista-leninista con el cual se fundaron las farc.
Alfonso Suárez Arias
@SuarezAlfonso
Sobre el autor
Alfonso Suárez Arias
Aguijón social
Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.
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