Opinión
A la espera del ataque
Las ciudades del mundo en estos primeros meses del año parecen países en espera de un ataque biológico. Basta con asomarnos por la ventana o salir a la calle para ver a la gente con todo tipo de mascarillas, unas resultan ser más sofisticadas que otras, pero hasta el más pobre se las ingenia para estar protegido, listo, para resistir el ataque bioterrorista. Caminamos alerta, sospechando que será el otro el que frente a nuestros ojos soltará el agente, por eso al menor contacto humano saltamos de una acera a la otra.
¿Qué pasó en el mundo? ¿A qué hora fue que el presidente del país se metió con quien no debía? ¿Cuándo sucedió esto? ¿Dónde estábamos? ¿Quién es el enemigo que nos quiere borrar de nuestros espacios cotidianos?
Lo terrible de todo es que nada de esto es cierto, ningún gobierno sabe qué fue lo que se nos vino encima con tanta rabia. Existen como en toda tragedia todo tipo de teorías conspirativas: que Bill Gates y sus bonachones amigos del poder económico esperan aplicar la vacuna que aún no existe, hacerse con el control de la voluntad de todos los hombres y de esa forma hacerlos consumir hasta lo que ignoran, ahí no hay nada nuevo, ya es así, es un logro cruel del sistema capitalista. Que existe un acuerdo tácito entre naciones para reducir la población mundial porque van muchas veces al baño y tantas cagadas están contaminando intolerablemente el planeta, que los chinos tomaron de los murciélagos el Sars-Cov-2 y en un laboratorio de la ciudad de Wuhan en China manipularon su composición molecular y crearon un virus que esperaban soltar en la Avenida novena de Nueva York, en estaciones de metro y autobuses de Estados Unidos de Norteamérica pero que, uno de los científicos dejó escapar el agente y por eso fue asesinado el director de la investigación. Otros aseguran que la culpable es la viejita Cristine Lagarde presidenta del Banco Central Europeo (BCE) y expresidente del FMI, que, según dijo, “los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global. Tenemos que hacer algo, y ya”. Una frase que desmiente el portal Colombia Check (abril 13 de 2019).
Lo cierto es que, por la borda, se fueron los besos en la mejilla, los abrazos a los amigos, el hablar bajito, las sagradas parrandas, las cervezas, el whisky y el ron en las bodegas, los estancos y los centros comerciales deben andar preguntando por sus religiosos degustadores. “¿Qué les hicimos” ¿por qué ahora nos desprecian?”, dirán entristecidas las bebidas. Es evidente que ese virus es un enemigo declarado de los afectos, quizás porque descubrió que, en ello, había demasiada hipocresía.
Otros que se detienen a mirar con lente avizor el pasado desastrado, el incierto porvenir y un presente que se aferra a cualquier esperanza, creen que la naturaleza, por cuenta propia, decidió cobrar venganza: por sus fuentes hídricas contaminadas a lo largo y ancho de toda la tierra, por su medio ambiente tan resentido, por la puñalada que, con sus contaminantes, le dieron a su capa de ozono, por tantas especies animales y vegetales extinguidas o en vía de extinción.
Los habitantes del planeta esperan una vacuna contra un virus que no se cansa de hacerle morisquetas a quienes, en los laboratorios lo estudian para hallar la vacuna. Es complicado afirman los científicos porque el virus a ratos tiene cara de señor serio y a los segundos, se convierte en un cumbiambero. La gente ruega y pide cada uno desde su esperanza y fe, pero Dios o los dioses, parecen haberse cansando de unos humanos que jamás están dispuestos a aprender la lección. Han dicho los dioses en el cielo o en los mundos paralelos “pasará la tragedia y volverán a ser los humanos de siempre, descuidados, despiadados e inconscientes, en todo caso que esperen la vacuna para que retomen sus vidas”.
Uriel Cassiani
Sobre el autor
Uriel Cassiani
Garras de leopardo
Poeta y escritor, gestor cultural, activista social y humano de las comunidades afros. Representante Legal de la Corporación Socio Cultural de Afrodescendientes Ataole, que agencia proyectos pedagógicos, culturales, artísticos y productivos en el Caribe Colombiano. Cofundador del Taller literario Mundo Alterno (2001), Integrante de los talleres de poesía Luis Carlos López (2001) y Siembra (2002).
En 2010 publicó Ceremonias para criaturas de Agua Dulce. En 2011 publicó el poemario Alguna vez fuimos árboles o pájaros o sombras. Editorial Pluma de Mompox. Entre sus trabajos inéditos están los libros: Dosis personal (Poesía) Música para bandidos (Novela) Las fugas probadas de la memoria (Cuentos). Un Brebaje para Orika (Novela).
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