Opinión

Por sapos

Diógenes Armando Pino Ávila

22/01/2021 - 05:40

 

Por sapos
El presidente de Colombia, Iván Duque, junto al recién electo presidente de Estados Unidos, Joe Biden / Foto: Infobae

 

No hay nada más peligroso que los violentos en el poder, sin importar la vertiente a la cual pertenezcan, porque, al final, el daño no lo hace la ideología sino el ansia de poder de los que están entronizados en la cúspide gubernamental. La historia está plagada de ejemplos: lo vivido en las últimas semanas en USA con Trump aferrado al poder y lo vivido a través de la historia en América Latina donde militares y civiles, con el acostumbrado golpe de Estado, se tomaron el poder en diferentes países del área.

Llaman la atención los casos de Argentina con 14 dictadores, República Dominicana con Trujillo que gobernó por espacio de 31 años ensangrentando su país. En Paraguay, fue Alfredo Stroessner reelegido 8 veces y destronado por el general Andrés Rodríguez Pedotti. En Cuba, la derecha con Fulgencio Batista, el que fue derrocado por la Revolución que entronizó a Fidel Castro terminando también de dictador. En el Perú, el dictador Juan Velasco Alvarado que nacionalizó la Banca, las minas, e hizo una reforma agraria para “poner fin a la oligarquía terrateniente”. En Bolivia, Hugo Banzer que ejecutó un golpe militar y prohibió partidos políticos, sindicatos, suspendió todos los derechos civiles y envió tropas a los centros mineros siendo derrocado por una junta militar liderada por Juan Pereda Asbún. En Chile, el doloroso caso del asesinato de Salvador Allende por el dictador Augusto Pinochet que se aferró al poder desde 1973 hasta 1990 con la negra historia que los medios han denunciado. En El Salvador, el General Carlos Humberto Romero que ordenó los Escuadrones de la Muerte asesinando opositores. En Panamá, Manuel Antonio Noriega derrocado por los gringos en cuya invasión ocasionaron más de 3.000 muertes inocentes.

Colombia no ha sido ajena a estos dictadores y ha sufrido también golpes de Estado. Uno fue el fallido de 1944 en Pasto, cuando soldados al mando del coronel Luis F. Agudelo y el capitán Olegario Camacho, capturaron al presidente Alfonso López Pumarejo y horas después, al no encontrar el apoyo de las Fuerzas Armadas, lo liberaron. Después llegó el golpe de Estado de 1953, producto de las heridas sin restañar de la violencia política que se generó por la muerte de Jorge Eliecer Gaitán. Este ambiente propició que el General Rojas Pinilla se tomara el poder con la complicidad de algunas fuerzas políticas.

Ahora bien, ha habido otras formas dictatoriales que se han dado ganando elecciones, como el caso de Álvaro Uribe Vélez en dos periodos con los casos conocidos y desconocidos de violaciones de Derechos Humanos, muertes, masacres, desplazamiento, despojos, desapariciones, torturas, paramilitares, guerrillas, narcos y corrupción. Afortunadamente, unos magistrados valientes frenaron el intento de modificación de la Constitución y el deseo de perpetuarse en el poder de este señor, quien, al ver que no podía continuar, siguió intentándolo a través de otros presidentes, como en el caso fallido del doctor Juan Manuel Santos, donde tuvo un error de cálculo al pensar que podía manipular un miembro de la familia Santos, portadores de ideas civiles y progresistas. Luego, lo logra con el doctor Iván Duque, éste sí acolita todas las apetencias y caprichos del caudillo.

Este gobierno ha heredado el talante –la choya, dicen los vallenatos–, y cree que puede opinar e intervenir en lo divino y lo humano, como lo ha venido haciendo Uribe con Ecuador y con Venezuela, donde Uribe y Duque han ejercido u liderazgo irrisorio para derrocar a Maduro y, con ese propósito, han entronizado al presidente virtual de Juan Guaidó.

En ese delirio de grandeza que viven como dictadores de «Banana Rebublic», pensaron equivocadamente que también podían interferir en la política interna de USA. Ahí vimos a Uribe en una pose de sobradez, sentado hablándole frente un monitor en teleconferencia a la candidata republicana María Elvira Salazar, también vimos en los medios a Pachito Santos imitando a los americanos de origen cubano, incitando a votar a los latinos por Mr. Trump. Todo esto trajo como consecuencia una estrellada de padre y señor mío tales como: la no invitación a Duque a la posesión de Biden, el anuncio de investigación en el Congreso gringo sobre esta conducta de injerencia de Colombia en su política; lo más seguro es que venga un apretón significativo en los fondos del Plan Colombia, exigencias perentorias para el cumplimiento del Plan de Paz, respeto a la vida de lideres sociales y exguerrilleros.

Colombia está en el ojo del huracán gringo por andar de sapos metidos en lo que no nos importa. Total, Trump salió del poder, Maduro continúa en Venezuela y el oso mayúsculo del gobierno colombiano que no es capaz siquiera de contratar la compra de unas vacunas y unas jeringas.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

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Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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