Opinión
La inmunidad de rebaño
Retomando el tema, todavía la ciudadanía se pregunta cómo se logró la inmunidad de rebaño en el Concejo municipal de Valledupar por parte del alcalde Mello Castro para aprobar el proyecto del lote del IDEMA sin contar con un soporte técnico adecuado. Con un proyecto modificado de tal manera que sólo conservó el objeto de ceder el lote a título gratuito, barbaridad sobre barbarie, y que ignoró de manera deliberada el llamado del gremio de los constructores de la ciudad, dejando en evidencia que para los implicados no vale el saber sino el ejercer a gusto, con intereses subrepticios.
En las sesiones extras convocadas por el alcalde se vio de todo: un proponente que centró el balón y él mismo cabeceó y le hizo un autogol a la ciudad, antiestético, quedó mal parado por sus afugias estomacales. Después, el concejal verde, del partido y de la rabia, salió a cantar, pero nada le hizo afinar y cambiar de idea después de un llamado del burgomaestre. Hubo encontrones entre varios cabildantes que exponían vicios en el proceso, pero valieron más los intereses personales debajo de la mesa que el colectivo a favor de la ciudad.
Escuchando los audios de las primeras sesiones de socialización del proyecto, se escuchaban cuestionamientos serios a los soportes de la iniciativa, y discursos emotivos incluso invitando a la administración a retirar el proyecto. Pero, luego, vino el milagro, un llamado que logró inmunizar el rebaño en tiempo récord.
El primer debate fue de mero trámite, las intervenciones fueron utilizadas para travesear entre los partícipes, para luego aplaudir los argumentos de la ponencia. Acto seguido, luego de escuchar algunos interrogantes de Camacol Cesar (que no tuvieron respuesta por parte de la administración), se aprobó la ponencia.
Segundo debate, en esta ocasión la mayoría decidió, al mejor estilo Poncio Pilatos, lavarse las manos, o, mejor dicho, terminar de hacer el mandado y dejar la responsabilidad de lo que pasará con el lote en cabeza del alcalde. Pues, argumentaron que su responsabilidad se limitaba a dar unas facultades y no a revisar si el proyecto a desarrollar es de vivienda o de otro tipo y su impacto para la ciudad. Véase semejante barbaridad: ¿Así custodian los intereses de la ciudad? Aunque ahora quieran librarse de la responsabilidad, es imposible, y debe quedar escrito en mármol que ese día regalaron parte del mayor activo que tiene la ciudad.
Con este nuevo Concejo Municipal estamos sufriendo una nueva decepción, concejales que ni siquiera hablan en las sesiones (bueno, a parte de contestar la asistencia para poder justificar el cobro de las sesiones)
Lo que ya está claro es que el alcalde, además de ver cómo los concejales cuelgan la hamaca, tiene una técnica para lograr la aprobación de sus proyectos.
En el medio, hay un grupo económico nacional que está detrás de la difusión del discurso barato sobre la vivienda para los pobres. Ese grupo, con más de 70 años de existencia, con empresas en el sector financiero, asegurador y de construcción, a ése es obvio que no le interesa Valledupar sino el beneficio económico de sus accionistas, y lo hacen al vender los servicios de crédito hipotecario y seguros a 15 años o más.
Ojo al dato, dos concejos anteriores negaron el mismo proyecto. Y hoy, la tercera es la vencida. Se pregunta uno: si el noble argumento de otorgar vivienda para los pobres no funcionó en el pasado, ¿por qué hoy -en un momento económico atípico - prima el beneficio de un grupo económico nacional, en claro detrimento de las empresas constructoras locales?
Duda: ¿cómo fue que se logró cercenar la capacidad de nuestros concejales para cuestionar, debatir, buscar el beneficio general y no el común?
¡Ay! Santa bendición Alvarado de todos los pájaros y el Billegas.
Andy Romero Calderón
@Andy_RomeroC
Sobre el autor
Andy Romero Calderon
Vallenato de Guacoche
Vallenato de cédula, guacochero de nacimiento. Ingeniero de sistemas de la Universidad Popular del Cesar. Me gusta la buena crítica y política, sin caer en sus vicios y hasta donde los argumentos me dejen llegar. Amante de la buena música y no de un género en específico. El silencio es, después de la palabra, el segundo poder del mundo.
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