Opinión
Aprendiendo a contar historias
Una tarde de domingo, mientras me adentraba en las páginas del Instagram, del cual confieso que no soy asidua, leí un peculiar relato mágico y encantador que me invitó a sumergirme en un cuento imaginario y surreal que hizo volar mi imaginación, escrito por Darío Valencia, uno de nuestros diseñadores regionales y amigo de toda una vida. Este relato me inspiró a iniciar este viaje de escritos basados en anécdotas personales o sustraídas de historias contadas y vividas por otros, extrayendo y compartiendo con ustedes algunas de las grandes enseñanzas.
Amables lectores, pretendo disfrutar y degustar aquellos momentos marcados por las sonrisas, los bochornos, lágrimas, complicidades, disgustos y todas las emociones que, naturalmente, experimentamos en este viaje llamado “Vida”, momentos que han dejado una marca en nuestro ser y cuya sustancia potencian el crecimiento interior.
Me adentro en esta nueva experiencia sin pretensión alguna, dado que no soy escritora, sólo quiero iniciar mi aprendizaje contando una anécdota que estaba en lo más recóndito de mi memoria, en la cual me sentí con la sensación de “estar en el lugar equivocado”.
Hace unos años, recién graduada de la universidad y recién llegada a Valledupar, fui invitada a un evento famoso en el país y que, si mal no estoy, era la primera vez que se hacía aquí en Valledupar. Evento singular para recaudar fondos, a los que asistían por lo general diversas personalidades regionales y nacionales y que, además, se le hacía un despliegue publicitario importante.
Con antelación, empecé a preparar mi “outfit”, ya que carecíamos del singular número de almacenes de hoy, había pocos diseñadores radicados en Valledupar y, lanzándome en la tarea de buscar las telas y diseñarme mi vestuario, inicio mi preparación para esta magnífica ocasión.
Según el seguimiento a través de páginas sociales y en las transmisiones por televisión, este evento era muy especial por la elegancia de los asistentes. Y, cuando por fin llegó el gran día, la llave de agua del cielo se abrió, y no pude irme en mi carro por lo que estaba a expensas del chance de regreso… pero me veía en el espejo y me gustaba mucho lo que él reflejaba, aretes largos de strass, un vestido hermoso, hecho a medida, negro, corto sin ser minifalda, corte imperial, tacones, medias veladas. Me sentía regia.
Llego sola al evento (las mujeres sabemos lo que eso implica y mucho más siendo muy joven e inexperta), sin embargo, con mirada en alto y con paso seguro, entro al hotel en donde se hacía la velada y, oh, sorpresa… la mayoría de personas, vestían de jean y ropa informal. No podía devolverme, me esperaban. Al instante quise que se abriera la tierra y, literalmente, ser tragada por ella, yo era la más elegante del evento con mi atuendo, para colmo mis acompañantes de mesa me miraron raro y no tenía excusa alguna de asistir a otro sitio, lo cual, de pronto, me hubiera salvado de estar como Davivienda… mejor dicho como mosca en leche. Ellos al ver mi reacción inicial se solidarizaron y fluyó una amena conversación. Suspiré, seguí adelante, sentía las miradas como fuegos centellantes que se clavaban en mi espalda. De verdad, fue uno de los momentos más bochornosos vividos.
Hoy me rio tanto, pero tanto, cada vez que lo recuerdo que quise compartirlo, porque de eso se trata la vida misma. Aprendí y sigo aprendiendo a divertirme de esas experiencias simples que, en su momento, son difíciles. A enfrentarme con entereza y reconocer que puedo equivocarme, levantarme y seguir en pie. A saber, que todo, por difícil que sea, pasa. A entender y disfrutar de mi perfecta imperfección.
Pero también aprendí a contar esta y otras historias sin vergüenza, sin temor al señalamiento o al juicio… que el tiempo cambia y con ello la percepción de las cosas. Muchas conclusiones se pueden extraer de esta anécdota y hoy hace parte de mi maravillosa historia de vida.
Vienen más…
PD: Por favor si alguna conclusión para tu vida has sacado de mi historia, déjamelo saber.
Yelenka Urbina
5 Comentarios
Hermosa anécdotas amiguita bella, eres siempre impecable al vestir.
Bueno amiga, la lección fue una vez y para siempre. Ahora es tu sello, inspirar a otras mujeres a vestirse acorde a la ocasión.
Yelenka felicitaciones.
Yele Ami me pasó igual. Pero en otro país .y me sentí igual . jajaja
Recordar es vivir y si es para reírse aún mejor.
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