Artes escénicas

Las danzas tradicionales, conversadas en Valledupar

En el teatro de la casa de la Cultura de Valledupar, sobre las tablas de madera  que lo componen, las agrupaciones de danzas exponen su maestría. Cada paso, cada detalle de sus atuendos tiene un significado y eso nos induce a ver la importancia de las tradiciones y de la danza en una cultura.

Lolita Acosta vuelve a alegrarnos con un evento que nos abre las puertas del mundo. El Quinto Festival Internacional de Danzas Tradicionales, organizado por la Fundación de Reyes y Juglares, invita este año las escuelas de danza folclórica de tres países: Perú, Canadá y Colombia.

En el conversatorio de inauguración,  este lunes 23 de julio, Carlos Calderón presentó el recorrido del ballet Vallenato: una de las escuelas de mayor prestigio en el Cesar, que dirige con rigor desde hace más de 12 años.

La muestra del baile de chicote, una de las danzas ejecutadas por la agrupación cesarense, expuso las maravillas de la región y la influencia indígena en el folclor colombiano. Esta danza ancestral de tipo religioso impuso una solemnidad que trasciende los ritmos y las vestimentas.

Con este baile que suele ejecutarse de manera espontánea en ciertos grupos indígenas, Carlos Calderón explicó la esencia de su pensamiento y la mezcla que caracteriza la región Caribe de Colombia. El culto a los astros y los elementos naturales, el respeto a las tradiciones y las relaciones interpersonales quedaron reflejados en la pista ante una audiencia cautivada.

El sonido de la gaita y el ritmo de las percusiones marcaron la frecuencia de las genuflexiones y, mientras tanto, la coreografía hilvanaba un relato místico que Carlos Calderón fue esclareciendo paso a paso: los giros y círculos de los bailarines representan el viento, el acercamiento de la mujer al oído del hombre significa “secreto” o “confidencia”, la oscilación de la mirada de arriba abajo: el respeto a las estrellas y a la tierra.

A continuación, la agrupación peruana “Pasos Lejanos” de la Universidad Cesar Vallejo hizo su entrada con las vestimentas típicas del país. Tras una breve presentación, el público pudo conocer los fundamentos de “la marinera”: una danza nacional que solía ejecutarse en las bodas tradicionales aunque con atuendos más humildes.

La pareja de bailarines se enzarzan en un juego de seducción donde prevalecen las influencias españolas, indígenas y africanas. El hombre gallardo demuestra su hombría. Persigue y corteja constantemente a una mujer coqueta y sonriente. Ella se deja acercar, juega con el hombre y, de repente, se escapa.

El baile sigue los pasos del enamoramiento y, a media altura, los dos bailarines inician un “zapateo” sincronizado que revela la buena sintonía que existe entre los dos. Se entienden y lo sienten a través de la música que, poco a poco, los llevará a la unión.

Finalmente, el conversatorio también permitió conocer al grupo polaco-canadiense “Aguilas Blancas” y las danzas venidas del este europeo (esencialmente de Cracovia y Polonia). Esta compañía de baile se dedica desde el año 2007 a rescatar las tradiciones polacas, y con un aire de acordeón exhibió la esencia de un folclor que contrasta con el colombiano por su contención y su sobriedad.

En este conversatorio, quedó reflejado el gran esfuerzo de distintas regiones por preservar su cultura e investigar en el significado de sus danzas. Un entrante de calidad para un espectáculo visual que seguirá hoy en el Coliseo.