Opinión

Con la vida hecha cuadritos

Diógenes Armando Pino Ávila

26/08/2016 - 07:10

 

Álvaro Uribe / Foto: Primicia Diario

Esta ha sido una semana terriblemente amarga para el senador Uribe, pues los acontecimientos noticiosos de Colombia han debido golpearlo como un ariete, en su ego inflamado. Es que, al que no le gusta el caldo, se le dan dos tazas.

Lunes en la noche, la policía de Estados Unidos apresa al ex ministro Andrés Felipe Arias y el mismo Uribe filtró la noticia a través de un trino absurdo nacido desde el lado oculto del mentiroso contumaz: “Por presión de Santos para que lo extraditen a Colombia Andrés Arias fue puesto preso en Estados Unidos”. Como si el gobierno gringo fuera tan débil y servil como el que él presidió por ocho años, genuflexo y de cerviz gacha ante los yanquis. Pareciera que diera a entender que Santos exporta mermelada de frutas tropicales para endulzar la voluntad de Obama o que en el mejor de los casos, Santos amenazó con quitarle la visa al presidente de Estados Unidos y éste, ante el temor de no poder viajar a Colombia, se hubiera plegado a la presión santista y por eso ordenó apresar al hijo putativo de Uribe.

El día miércoles le subieron la dosis. A las seis de la mañana los grandes medios en formato digital, anunciaron con grandes titulares que el gobierno y la FARC habían llegado al acuerdo histórico que da por terminada esa guerra fratricida de más de cincuenta años. A esa hora tan temprana, doña Lina tuvo que mandar a un criado, de urgencia a la farmacia más cercana a comprar, ya no un frasco, sino una caja de 20 frascos de gotas de valeriana, pues las últimas gotas se las tuvo que dar en el tinto, debido al tremendo soponcio que sufrió su esposo, al enterarse de la noticia y fue tal el estado de iracundia, que tuvo que venir Tomás acompañado de Jerónimo a contenerlo, ya que lleno de rabia gritaba a todo pulmón: ¡Santos traidor, castro chavista, comunista de la FARC!

Ese mismo miércoles, en horas del mediodía, el senado de la república con 55 votos a favor y cinco en contra, vota para suspender a Jorge Pretelt,  su pupilo en la corte Constitucional. En este punto, las gotas no lo calman, doña Lina le da vasos llenos de valeriana y él desencajado y pálido resopla, sus ojos desorbitados adquieren la glacial mirada hitleriana que lo ha caracterizado en esos momentos de ira e intenso dolor. Masculla insultos ininteligibles en una lengua en desuso que los arrieros paisas abandonaron hace cientos de años y que solo algunos iluminados, entre ellos él, conservan para momentos como éste.

En la noche, de este amargo día para Uribe, pero feliz para Colombia, el señor presidente Santos anuncia que lo acordado con la FARC es inmodificable y que el plebiscito se realizará el día dos de octubre. Estas dos últimas noticias le suben la tensión arterial al senador Uribe, las sienes le palpitan, su respiración es acompañadas del runruneo del gato montés que tiene por dentro; se toma la cabeza con desesperación y arranca hebras de sus plateados cabellos, arroja sus delicadas gafas y habla esa jeringonza paisa de origen arriero, mientras se lame los labios y con la lengua abomba el cachete del lado derecho, en ese gesto característico, muy de él, que solo muestra en el senado cuando el castro chavista senador Iván Cepeda le saca la piedra en esos debates que le hace.

A estas alturas de la noche, ya no quiere la valeriana, ahora toma aguardiente, le dice a Jerónimo que le traiga el carriel y el poncho. Manda a Tomás que ponga en el equipo de sonido unos tangos de arrabal. A la media de guaro, se alebresta de nuevo y grita su consabida jeringonza paisa mesclada con algunas frases en español de la escombrera y en tono audible, claro y perfecto se le escucha la célebre frase de su filosófico ideario gaminezco: Santos traidor, cuando le coja “le voy a dar en la cara marica”.

Tal vez las cosas no han sucedido como las narro, pero no pude privarme el placer de contar a mi manera las rabietas que ha debido coger  en estos días el líder máximo del Centro Democrático ante las noticias y acontecimientos que tienen felices a la gran mayoría de los colombianos y que a él le tienen la vida hecha cuadritos.

Ojalá estas noticias sobre la paz le hagan reflexionar y cambiar de actitud porque, como diría Lewis Carroll, “En un mundo en constante movimiento, el que se queda en el mismo lugar retrocede”.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

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Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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