Literatura
Pescar en mares literarios
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Mucha gente que he conocido de varios estratos sociales y culturales, han estado de acuerdo en decirme que no empiezan la lectura de un libro más o menos voluminoso pues no son capaces de terminarlo o pierden el hilo de la lectura pues sus ocupaciones a veces no les dan para ocuparse de literatura con tiempo.
AsÃ, temen apropiarse de un libro, y tienen razón, pues la lectura de una novela de unas quinientas páginas exige, además de una lectura hedonista (no creo en la lectura rápida en materia de literatura) voluntad de leer o paciencia, y eso es lo que teme la gente de  la lectura: se acabó la paciencia, pues el tiempo nos dio por donde sabemos; el tiempo utilitario nos ha destrozado la paciencia.
Pero el tema a tratar es el del mar literario con el que se ha despertado el mundo actual, por eso Borges dejaba los libros que sentÃa pesados y ponÃa énfasis en releer los libros que lo habÃan conmovido; el Ulises de Joyce lo sintió horriblemente pesado.
De ahàla necesidad, si se ha seguido por el camino de lector, de volverse un buen navegante en el mar de literatura que hoy nos anega; catálogos por miles hay sobre que leer hasta el diagnóstico que se debe leer los clásicos como sinónimo de muy buena literatura.
Pero el hecho de que leer es un hecho dificilÃsimo, asà estén destacados docentes de literatura (algunos prefieren hacer análisis extensivos de telenovelas) y más si los llamados estructuralistas han acabado con la noción de lectura: ahora se puede leer hasta el aire.
Como los Griegos clásicos que consultaban sus oráculos, el mÃo sin lugar a dudas es Rafael Gutiérrez Girardot, fallecido hace poco tiempo, colombiano, y que entró a formar parte de los "arquitectos de América" con Andrés Bello, José Enrique Rodó, José MartÃ, Manuel EnrÃquez Hureña, Alfonso Reyes, Mariano Picón Salas, entre otros.
En este tiempo  que nos cubre con impaciencia, nos ahorra en una proyectada lectura que hubiera podido desgastarnos. Asà sus conocimientos de germanÃstica me alertaron sobre los mamotretos de Gunter Grass en el artÃculo El rodaballo y la identidad perdida, al que ya le habÃa echado el anzuelo.
Gunter Grass habÃa engrosado las filas de una literatura de mercado que siempre le habÃa sido esquivo. Con el Rodaballo, que asocian a una visible influencia de Gabo, hizo una fortuna, y lo llamó la fama mundial, la que no pudo librarlo de la ortodoxia autoritaria a que fue condenada las últimas generaciones de intelectuales alemanes.
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Victor Niño
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