Literatura

Líbranos del bien, una novela que indaga sobre las raíces de la locura

Redacción PanoramaCultural.com.co

09/05/2012 - 10:10

 

Portada de Libranos del BienLa violencia y el contexto de conflicto entre grupos armados son, sin duda, los temas más recurrentes en la literatura colombiana de los últimos años.

El ejercicio de escribir no puede ser ajeno a las atrocidades que ha vivido esta hermosa tierra y el deseo de reconstruir una memoria histórica para evitar los hechos más reprensibles de la conducta humana.

Entre las obras que mejor indagan en el periodo de la locura destructora está la obra “Líbranos del bien” (Alfaguara) de Alonso Sánchez Baute. Una novela que reconstruye las facetas de dos hombres claves en la sangría ocurrida en los años más oscuros del Cesar y el Norte de Colombia: Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad, y Rodrigo Tovar, alias Jorge Cuarenta.

Lo que desde el principio interpela es la sensación de estar ante un cuento inacabado o, mejor dicho, una historia todavía en construcción. El relato se construye sobre la investigación realizada en primera persona por el narrador que decide volver a su pueblo tras varios años de residencia en la capital para entender lo que, finalmente, ha sido el causante de esa transformación de dos seres tan conocidos y apreciados por su vecindario en maquinas guerreras sin escrúpulos.

El relato de Alonso Sánchez Baute gana fuerza con la descripción de los recuerdos de su infancia, la cercanía que demuestra con muchos de los entrevistados y la descripción que hace de Valledupar: la capital de un departamento. Una ciudad de grandes dimensiones pero con aptitudes de pueblo. Un lugar en el que todos son vecinos o primos, y que ha sido el escenario de uno de los peores escenarios de la violencia contemporánea.

Un pueblo atrás alegre y pacífico que a la vuelta de los años se dejó contagiar por el odio y el miedo nacionales”.

Su discurso le permite construir una imagen realista y crítica del ser Vallenato, con un tono distante y cercano a la vez. De esta manera, el autor logra expresar el dolor y la incomprensión que ha sufrido en primera persona. Se indigna frente al exotismo y la exuberancia Caribe, su complacencia o desapego, y destaca las incoherencias y la irracionalidad de ciertas conductas de un pueblo que prefirió silenciarse ante la extrema violencia y condenar la sexualidad de una simple persona.

Del relato del autor resalta este sentimiento de desubicación o frustración, compartido por toda una generación de jóvenes que no pudieron crecer en su ciudad, sino irse a la capital del país o bien al extranjero para conseguir algunos de sus sueños.

Fue la mía una generación que se salió de horma, una generación sin adjetivos que creció con el vértigo a cuestas de una violencia guerrillera que se cebó en sus familias; pero también una generación que quería más, y más rápido, cuando en realidad no estaba preparada para ello”. [Alonso Sánchez, p.17]

Más allá de las descripciones de una ciudad carcomida por la intransigencia y las divisiones, el texto trata de restablecer algo de humanidad en un contexto de total deshumanización, donde la vida ha perdido todo su valor. De ahí nacen las innumerables entrevistas de allegados a Ricardo Palmera y Rodrigo Tovar, antes de que se convirtieran en total desconocidos: mercenarios de una causa ajena, desconectados de los sentimientos de amor.

Antes de los hechos, ambos eran personas queridas por su vecindario, personas amistosas y preocupadas por el buen desempeño de su trabajo, que aparecían frecuentemente en la sociedad. La exigencia del entorno y la sensación de estar preparados “para algo grande” les llevó a adoptar las armas como principal instrumento de diálogo, exiliarse en el monte y perseguir el bien a través de la muerte.

Pocas lecturas permiten acercarse a un conflicto tan complejo como el colombiano con una prosa tan fina y elástica, con unas imágenes tan realistas y vibrantes. Alonso Sánchez Baute logra con “Líbranos del bien” desentrañar todos los tumores de una sociedad dolida e integra de manera eficaz su vivencia personal.

En este relato no se hayan respuestas claras, y menos soluciones, pero se desvelan los ingredientes claves que potenciaron el dolor y la incomprensión, el silencio y la tolerancia a lo intolerable.

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