Literatura
Cuento: En medio de la noche
Yo estaba acariciándome los senos. Me irrumpían velas y plumas que expedían un olor a sándalo.
La medianoche arribaba con rapidez. Hacía rato que había dejado de oír a lo lejos la voz arrogante de Pablo, al parecer había terminado de darles órdenes a sus hombres. Sin embargo, seguía haciéndome esperar. Desesperada, me puse la bata y salí a buscarlo.
Recorrí todo el interior de aquella casa suntuosa y sólo pude hallar de él un par de habanos mal apagados. Luego sentí ciertos movimientos en el patio y con cuidado me dirigí hacia allá.
Cuando me aproximé a la piscina, vi de repente entre las aguas a Pablo: estaba juntando delicadamente sus labios con los labios de alguien, a quien desde la posición que yo ocupaba, no alcanzaba o tal vez me rehusaba a distinguir.
De modo que me acerqué un poco más. Atónita, descubrí que se trataba de Gonzalo, la mano derecha de Pablo, cuya piel dorada y musculatura perfecta tal la de un dios -reconozco- lograron tentarme en varias ocasiones.
Ahora, sin que ellos se percataran de mi presencia, salí corriendo en busca de la pistola que Pablo me había dado para que utilizara cuando fuera necesario…
CARLOS CESAR SILVA
1 Comentarios
Preciso.
Le puede interesar
Escribir, el oficio más difícil del mundo
Escribir es el oficio más difícil del mundo. “El oficio de escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida qu...
Literatura en la cama: de náufragos y de libros
Cuando tenía catorce años, en vez de enamorar a las muchachas en el barrio estaba encerrado escribiendo cuentos. Los escribía en cua...
El año nuevo expresado en versos
El cambio de un año a otro siempre se ha considerado como una oportunidad de pasar página y comenzar desde cero, dejar atrás vic...
Rubén Darío: vida y obra de un poeta insigne
Yo nunca aprendí a hacer versos —dice Rubén Darío (Metapa, 1867-1916) en su Autobiografía —. Ello fue en mí orgánico,...
Las escritoras más sobresalientes de la historia
Desde Cervantes hasta Balzac, la lista es casi en su totalidad masculina, pues fueron los hombres quienes conservaron la hegemonía...