Música y folclor
La Piqueria: Del diablo y los verseadores
La Piqueria, por su rancio abolengo, es con mucho la expresión más raizal y graciosa del género vallenato. Como todo linaje, el de la piqueria se pierde en la bruma del tiempo; pero una cosa se sabe: el duelo musical entre Francisco “El Hombre” y el diablo, tuvo ingredientes de piqueria, y esos piques discurrieron por los cantos de vaquería hasta llegar a ejemplares tan viperinos como el “Viejo” Emiliano Zuleta o tan efusivos como su nieto Iván.
Es probable, sin embargo, que el diablo eche de menos su ancestral rifirrafe verbal con el histórico Francisco Moscote. Porque la mayoría de los más contemporáneos descendientes de aquel demoníaco duelo no son más que ñoquitos de la improvisación con una credencial de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, que los acredita como competidores por la corona de “Rey de la Piqueria”, cuando en verdad la misma audiencia los hace reyezuelos de burla.
Los que asistimos al Coliseo de Ferias en busca del jocundo contrapunteo entre verseadores de fina espuela, quedamos como el pato al bajarse de la gallina, desengañados de tanto oír los mismos versos manidos “en una forma sincera, yo te digo con estilo”, que terminan en rimas tan disparejas y raquíticas como la que quiso juntar alma con nalga y canción con limón.
La Fundación, en la reglamentación prevista para sus concursos, define la piqueria como “un duelo musical en el cual las armas de los contrincantes no son otras que su inteligencia y su natural disposición para desafiar y responder cantando en cuartetas o décimas”. Pero lo cierto es que de inteligencia y gracia para el desafío en verso, muy poco.
Sería bueno que los organizadores del Festival Vallenato prestaran más atención a éste, cada vez más evidente fenómeno. Porque el comentario general es que a lo largo del año, es poco también lo que hacen los directivos de la Fundación por enderezar los entuertos de los eventos que engrandecen y hacen del Festival Vallenato una fiesta auténticamente folclórica, colorida, exuberante y patrimonial.
Salvo los concursos de acordeón o conjunto típico, lo mismo puede decirse de la piqueria que del desfile de piloneras, por ejemplo. Sin mencionar que la Plaza Mayor, templo de nuestras más vivas manifestaciones del espíritu, sigue siendo un hervidero de mercachifles y muladar de innombrables olores durante los días del Festival, no obstante que la Alcaldía prohibió las ventas ambulantes dentro de la Plaza.
No sería constructiva esta crítica si no propusiera una alternativa a la situación. La Fundación que organiza el Festival de la Leyenda Vallenata debería convocar, con base en las listas de competidores que deben reposar en sus archivos, a los repentistas y demás cultores de la piqueria, a recibir talleres sobre métrica española, rima, poesía; en fin, cuanto rodea el arte del verso. Por otra parte, hacer preselección de los verseadores inscritos en dicha categoría; así se podría cualificar el grupo de concursantes que, a costa de menos participantes, puedan deleitar al público más tiempo al aumentar el número de piques con que hasta ahora pueden concursar (cuatro por turno).
En una entrevista a Consuelo Araújonoguera, hecha por Juan Rincón Vanegas y publicada en el diario El Pilón el día 30 de septiembre del año 2002, la misma Cacica se refirió a la idea de preseleccionar a los verseadores porque -en sus palabras- “debemos tener consideración y respeto con el público que debe someterse a escuchar tanto verso remalo que hacen en la piqueria”. Pero pareciera que desaparecida Consuelo, se acabaron las ideas dentro de la Fundación.
Puede resultar pedante con los directivos del Festival. Y la verdad es que apreciamos lo que hacen por este evento que es Patrimonio Cultural de la Nación. Pero no menos cierto es que lo bueno se puede mejorar, y la piqueria sí que urge mejoría. De lo contrario, cualquier día de piqueria vallenata durante el Festival, va a ocurrir que el público saldrá despavorido ante la luciferina presencia de un extraño contendor que, tridente en mano, despache a más de uno en la tarima.
Sobre el autor
Armando Arzuaga Murgas
Golpe de ariete
San Diego de las Flores (Cesar). Poeta, investigador, gestor y agente cultural. Profesional en Lingüística y Literatura por la Universidad de Cartagena. Formador en escritura creativa. Premio Departamental de Cuento 2010. Miembro del Café Literario de San Diego. Coordinador del Centro Municipal de Memoria de San Diego-CEMSA. Integrante de la Fundación Amigos del Viejo Valle de Upar-AVIVA. Colaborador habitual de varios medios impresos y virtuales.
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