Música y folclor
Enrique del Carmen Campo Blanco: el tamborero mayor
El Paso (Cesar) es uno de los municipios con más historia en el país. Por sus sabanas pasó el adelantado Alonso Luis Fernández de Lugo, quien más tarde fue gobernador de Santa Marta y fue quien ordenó la expedición hacia la meseta cundi-boyacense comandadas por Gonzalo Jiménez de Quesada, quien funda a Bogotá el 6 de agosto de 1538.
También El Paso fue pionero de la ganadería en Colombia, cuando Don Juan Bautista de Mier y Torre, siendo juez de tierra de Santa cruz de Mompox, se hizo adjudicar una extensa cantidad de tierras que les dio por nombre Santa Bárbara de las Cabezas.
En asocio con su sobrino Don Julián de Trespalacios, instaló una cría de ganado para surtir al nuevo reino de Granada y para exportar al viejo continente, también compró en el puerto de Cartagena un numero de esclavos mandingas y carabalí, traídos de las costas de Calabar en el sur de Nigeria. Eran negros fornidos acostumbrados a cazar carrera a carrera y a punta de lanza a gacelas, venados y a enfrentar a las fieras salvajes de constitución fuerte, capaces de derribar a un toro de un puñetazo. Todo esto los hacia aptos para manejar la inmensa cimarronada, de Don juan Bautista.
De esa estirpe desciende Enrique Del Carmen Campo Blanco, quien, junto con Alejo Duran y su hermano Nafer, fue vaquero de la hacienda donde sus antepasados eran esclavos. Nafer, después, fue el coquí (cocinero)de la cuadrilla.
Enrique no heredó la carrera y la destreza de sus antepasados, pero si el golpe del tambor que ellos usaban para congregarse y para animar algún acontecimiento. Tocaba diferentes tambores: el repicador y llamador. Con su tam-tam-tam ponía a bailar a las mujeres de su pueblo, también las cantoras de pajarito y palmoteo, en grupos improvisaban cantos y alegraban cumbiambas y fiestas patronales animadas por el toque magistral de Enrique.
Los 24 de diciembre se reunían en el atrio de la iglesia donde celebraban un rito pagano, llamado el bautizo de las muñecas, hacían unas muñecas de harina de trigo horneadas, y un cura representado por alguno del grupo, les arrancaba la cabeza y se las comía ante el estupor de los participantes, pero antes los bailadores con pases rítmicos e influenciados por el golpe del tambor, eludían al cura para proteger a las muñecas.
Se dice en El Paso que la vena artística de los hermanos Namen Rapalino (Camilo y melquicidec) es por el apellido Blanco, ya que nuestro hombre en comento era hermano de madre de Concha Rapalino, madre de los Namen.
En el palmoteo las mujeres para resaltar los golpes de la caja de Enrique, llegaron a usar caparazones de morrocoyos, lo que le daba un sonido muy especial.
El once de septiembre de 2019, a la edad de 103 años, murió el tamborero mayor. Ese día, para despedirlo, tocó la tamborera de San Marcos, y bailó Teodomira Silva a sus 87 años de edad, la hija de la cantora y bailadora Antonia Silva, quien después de la muerte de su madre, juró no volver a bailar.
El Paso está de luto. Ha muerto el ultimo tamborero, el que con sus golpes de tambor hacia mover las caderas a las mujeres de su pueblo y a los hombres engalanarse con sus pases coquetos de la cumbia.
Arnoldo Mestre Arzuaga
Nondomestre@hotmail.com
Sobre el autor
Arnoldo Mestre Arzuaga
La narrativa de Nondo
Arnoldo Mestre Arzuaga (Valledupar) es un abogado apasionado por la agricultura y la ganadería, pero también y sobre todo, un contador de historias que reflejan las costumbres, las tradiciones y los sucesos que muchos han olvidado y que otros ni siquiera conocieron. Ha publicado varias obras entre las que destacamos “Cuentos y Leyendas de mi valle”, “El hombre de las cachacas”, “El sastre innovador” y “Gracias a Cupertino”.
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