Música y folclor
El bugalú: un fenómeno musical que unió a puertorriqueños y afroamericanos
Propuesta de nuevas alianzas, la del bugalú suponía una estética difícil de ubicar políticamente. Por ejemplo, el uso del inglés no podía verse, aunque algunos así lo vieron, como una entrega acrítica al sistema, sino como otra manera de reclamar, junto a los afroamericanos, una presencia cultural. De la misma manera, mediante el facilismo de las letras y el bailoteo frenético, el bugalú latino tramaba una política cultural que eludió a muchos. En fin, lo que le ha tomado varias décadas a la crítica descifrar, se puede ahora resumir de esta manera: la complicidad inscrita en el bugalú latino implicaba, simultáneamente, una crítica. Se trataba de algo más que de un hedonismo juguetón y consumista, como bien lo registra Snaps. Algo importante estaba ocurriendo al fondo del bugalú latino; algo que, según Snaps, suponía además un nivel de incertidumbre para la juventud que lo vivió.
Si el bugalú latino es visto como party music, Juan Flores (1990) ya le ha dado la dimensión social requerida a ese sentido de la fiesta, al comentar el famoso tema de Joe Cuba, “Bang Bang” (1966), que unió a puertorriqueños y afroamericanos mediante una celebración colectiva en la que las fronteras dejaban de ser nacionales o étnicas, o incluso lingüísticas, para subrayar, en vez, la participación específica en esa ceremonia inclusiva. De este modo, la noción de party music que a muchos les pareció un facilismo acrítico de la joven generación nuyorican, anidaba un sentido crítico que éstos compartieron con los afroamericanos: esa sociabilidad que, al privilegiar la participación y la fusión colectivas, ponía en su lugar la tradición del individualismo posesivo, dinámica que, por otro lado, Ángel Quintero Rivera ha destacado como central en la sociología de la “música tropical” (1998).
Si el bugalú latino es visto como una afirmación de clase, de raza y de una postura antiesencialista, ya George Lipsitz ha establecido la conexión boricua con la política afroamericana de la época (1994). Si se quiere, al lanzarse de la manera en que, como un fad, se lanzaron los nuyoricans al bugalú, se defendía también una sociabilidad que, además, suponía una importante reflexión racial. Una reflexión que, en el fondo, incidía con fuerza en la propia noción de la identidad cultural. La intersección con lo afroamericano que evidencia el bugalú latino no sólo obliga a redefinir lo puertorriqueño en torno a la africanía recuperada, sino que también da pie para repensar la manera en que se piensa y se construye la identidad colectiva. De ahí que Lipsitz subraye la postura antiesencialista de esta reflexión, que conllevó una praxis correspondiente: sea lo que sea lo puertorriqueño repensado desde Nueva York, los nuyoricans entendieron que esta redefinición sólo se podía dar en diálogo con los demás. Sólo la risa de los bailadores, su alegría, mitiga el desconocimiento teleológico: “sink into a room full of laughter full of happiness full of life those dancers”.
La risa, esa alegría que, vista desde la salsa, Hernando Calvo Ospina matiza en su libro, “Salsa: esa irreverente alegría” (1996), es la misma alegría que Quintero Rivera revalora en Salsa, sabor y control: “Pensar la alegría colectiva conlleva, necesariamente, hablar también de la tristeza, pero desde la alegría; meditar e investigar y reflexionar sobre aquellos procesos que la dificultan, y las posibles avenidas de su desarrollo futuro”.
Francisco Cabanillas
The City University of New York
Acerca de este artículo: Esta publicación de Francisco Cabanillas, titulada “ El bugalú: un fenómeno musical que unió a puertorriqueños y afroamericanos ”, es un extracto de un ensayo de mayor extensión titulado “Entre la poesía y la música: Victor Hernández Cruz y el mapa musical nuyorican”, publicado anteriormente en Centro Journal (Nueva York).
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