Ocio y sociedad

El 21 de diciembre 2012: ¿Fin del mundo?

Pablo Fernández

06/12/2012 - 11:45

 

Seguramente todos hayan escuchado sobre la teoría de que este año, y más precisamente el 21 de diciembre de 2012, se termina el mundo. Esta teoría apocalíptica proviene de una interpretación del calendario maya que se extendió en los últimos tiempos y de la que mucha gente se hizo eco, probablemente porque a la humanidad siempre le resultó interesante imaginar el fin del mundo, como lo demuestran numerosas obras de ficción en el cine, la televisión y la literatura.

Es que la civilización maya se destacó, entre otras cosas, por sus grandes innovaciones en el área de la astronomía, y el sistema diseñado para contabilizar los años en su calendario es bastante complejo y posee varios ciclos, por lo que si no se tienen los conocimientos suficientes de astronomía, se puede llegar a una malinterpretación o a la creación de mitos y falsas creencias, algo que suele suceder respecto a los mayas.

Y eso fue lo que efectivamente sucedió, dado que la teoría del fin del mundo basada en el calendario maya no tiene ningún sustento científico. Ahora vamos a ver por qué el calendario maya se termina el 21 de diciembre del 2012 y qué significado tiene esto.

Además del calendario maya, existen varios cálculos numéricos y estimaciones astrológicas que han contribuido a elaborar la teoría del fin del mundo en diciembre del 2012, pero como decíamos, ninguna de ellas tiene respaldo científico, aunque a veces vayan asociadas a fenómenos ciertos y comprobados, como la ocurrencia del solsticio del 2012, que tendrá lugar efectivamente el 21 de diciembre pero que, evidentemente, no se relaciona en absoluto con la supuesta catástrofe anunciada.

Por otra parte, dado que la civilización maya fue una de las más importantes de Mesoamérica y contribuyó enormemente a los avances en ciencia y en astronomía, al mismo tiempo que conformaba una civilización indígena (tradicionalmente vinculadas a mitos, divinidades y creencias), se le asignó un cierto contenido profético a sus mediciones y a sus calendarios que, en realidad, no se han podido comprobar.

Al igual que el calendario gregoriano, que es el que utilizamos hoy en día, el calendario maya está basado en ciclos dentro de otros ciclos. El calendario gregoriano posee días, meses y años, y después de 7 días, 12 meses y un año los ciclos se repiten, pero no siempre coinciden, ya que no todos los primeros de enero son lunes, por ejemplo.

Los ciclos del calendario maya funcionan de manera similar, aunque algo más compleja. El ciclo más grande era de 52 años mayas tras los cuales el ciclo se repetía, pero a partir de dicho ciclo se construyó el calendario de cuenta larga (que no es exclusivo de los mayas sino que estaba presente en todo Mesoamérica), un calendario no cíclico y que está basado en un sistema vigesimal, a diferencia de nuestro calendario que es en base decimal.

Al no ser cíclico los días no se repiten y contiene ciclos de hasta 144.000 días. El calendario de cuenta larga comenzó contando las fechas a partir de -en nuestro calendario- el año 3114 a.C., por lo que tras el cumplimiento de todos los ciclos que contiene el calendario, el ciclo final termina el 21 de diciembre del 2012.

Pero del mismo modo que el calendario que utilizamos habitualmente termina el 31 de diciembre, el calendario maya termina el 21 de diciembre de 2012 al completar los ciclos previstos, que si bien abarcaron un período de 5126 años, no predice el fin del mundo sino nada más que el fin del conteo de los años según el sistema numérico utilizado para ello. Por lo tanto, así como nosotros tendremos un calendario que comience el 1 de enero de 2013, según el calendario maya se podría comenzar a contabilizar otro largo período a partir del 22 de diciembre del 2012.

El mundo se las ha arreglado para sobrevivir por más de 4 mil millones de años, así que seguramente siga estando ahí después del 21 de diciembre del 2012. De todas maneras, sí hay otros aspectos, desde el punto de vista científico, que podrían ser más preocupantes respecto del posible fin del mundo, y son esos sobre los que la comunidad científica está poniendo el ojo.

 

Pablo Fernández

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