Opinión
Editorial: En apoyo a los periodistas
Pocos días después de recordar y celebrar la importancia de la libertad de expresión, panfletos amenazantes rompieron con la tranquilidad de Valledupar.
El viejo fantasma del silencio impuesto a los comunicadores y el miedo como modus vivendi resurgían con fuerza, sustentados en palabras inaceptables y argumentos incendiarios que refuerzan los intereses de unos pocos frente a la justicia necesaria de la gran mayoría.
A los periodistas queremos brindarles toda nuestra consideración. El trabajo y la causa que ellos defienden son esenciales en la democracia que, poco a poco, se trata de construir en este país.
Cada esfuerzo informativo, cada paso esbozado en dirección de la verdad y de la objetividad, debe ser alabado, y más cuando se trata de informar y facilitar un proceso natural e imparable como la restitución de tierras (una condición esencial para la estabilidad). Por ese motivo, ofrecemos nuestro apoyo a los periodistas y queremos acompañarlos en estos momentos en los que el temor irrumpe con fuerza y en forma de notas indiscriminadas.
Decimos indiscriminadas porque amenazar a un periodista es amenazar a todos los periodistas, es ir en contra de los principios que fundamentan nuestro día a día. El simple hecho de tener un compañero amenazado debe ser la causa de un rechazo tenaz y completo, y un motivo de acercamiento genuino.
Que sepan los periodistas mencionados en esos panfletos que entendemos las implicaciones que pueda tener este suceso en sus vidas y que deseamos, como ellos, el regreso a la normalidad. Por eso, apoyamos las decisiones más contundentes –pero siempre respetuosas de los derechos de cada uno–, adoptadas por las autoridades nacionales, y confiamos en que, en breve, se darán las respuestas que esclarezcan el origen de estos panfletos.
Por otro lado, en una época en la que la verdad y la memoria prevalecen, en el que el esfuerzo por llegar a un equilibrio se alza por encima de todo, la sociedad civil debe también responder de manera contundente y rechazar esas amenazas.
Ir en contra de los periodistas y callarlos es, por extensión, atacarse al pueblo entero. No puede haber indiferencia ni tolerancia de hechos tan extremos como éstos. La labor de un periodista no puede depender de las ideas de unos pocos.
Debe quedar también claro que con las armas no se detiene ningún proceso de restitución de tierras. Las armas y la violencia son el reflejo de la insensatez y la irracionalidad, y frente a la voluntad de un pueblo, no pueden hacer nada.
0 Comentarios
Le puede interesar
Se buscan músicos vallenatos creativos
En la versión 54 del Festival de la Leyenda Vallenata que se encuentra precisamente hoy en pleno furor y apogeo, se le rinde un me...
Las opiniones más impactantes del 2013
En 2013, el debate siempre estuvo presente en PanoramaCultural.com.co. Tuvimos, gracias al aporte de los columnistas y el canal de las ...
Editorial: Que se repitan en el 2013
La emoción y las expresiones nacidas del sentimiento son los lugares que nos atraen. Los viajes que nos despiertan. Las banderas que n...
Valledupar y Riohacha no están en competencia
En Bogotá me relaciono a diario con gente del Cesar y la Guajira. Es más, creo que mis amigos cercanos se reparten en un cincuenta-...
Liderazgo administrativo y pedagógico en la educación
En el informe final de una visita de tres inspectores del Ministerio de Educación al Instpecam en 1978, uno de ellos, dijo estas palab...