Opinión

La poda de árboles en los colegios de Valledupar

José Atuesta Mindiola

27/05/2013 - 12:00

 

Poda de árboles en Valledupar / Foto: Miguel CardonaEl árbol es una bendición de Dios. En una ciudad calurosa como Valledupar, un árbol a mediodía es como un racimo de lluvia en la mitad del desierto. Además de producir el oxígeno que es indispensable para la respiración de los seres aeróbicos, los árboles ayudan a disminuir la contaminación ocasionada por el humo y los ruidos.

La destrucción de los bosques y la quema indiscriminada de combustibles fósiles produce un incremento exagerado del contenido en anhídrido carbónico en la atmósfera. Este fenómeno se conoce como efecto invernadero, y la consecuencia inmediata es el recalentamiento global. Todas las ONGs ambientalistas organizan campañas pedagógicas en defensa de la conservación de los bosques y  promueven la utilización de energía  no contaminantes.

La protección de los bosques, los ríos y la biodiversidad es lema de los ambientalistas. La Constitución de Colombia en acatamiento a este lema, en su artículo 79 establece que: “Toda persona tiene derecho a gozar de un ambiente sano”. Y por consiguiente, las instituciones educativas son las primeras en comprometerse con la formación de ciudadanos en la cultura de la defensa y protección del medio ambiente; por eso la legislación educativa determina la obligatoriedad del Proyecto de Educación Ambiental, que los docentes del área de ciencias naturales deben implementar y cuyo principal objetivo es crear conciencia ecológica de conservación y defensa del medio ambiente.

Pero nos sorprende que en Valledupar, contradiciendo los principios de la defensa y conservación de los recursos forestales, algunos rectores contratan a personas que no tienen el conocimiento ni la experiencia en las podas técnicas y dejan los árboles en completa desnudez de su follaje.

Podrá usted imaginarse un colegio de más de mil estudiantes, con sus patios cementados, sin zonas verdes y los árboles en meros troncos, sin hojas ni ramas. ¿Dónde se refugian los estudiantes en horas de recreo o cómo soportan los inmensos calores en las aulas de clases, entre 10 de la mañana y 3 de la tarde?

La contraloría municipal, que es la entidad encargada vigilar el desarrollo del proyecto de educación ambiental,  debería institucionalizar una alianza estratégica con Corpocesar para  capacitar a los rectores en las técnicas de contratación para las podas de los árboles.

Una reconocida rectora de una institución educativa de Valledupar, hizo esta declaración pública: “podamos los arboles por precaución, porque personas desadaptadas se escondían en ellos para venderles drogas a los estudiantes”.

Respetuosamente invitamos a que la rectora revise su declaración, porque con ese concepto, un alcalde, ante la presencia de vendedores de drogas en los parques y en las calles, puede optar por tumbar todos los árboles de la ciudad.

 

José Atuesta Mindiola

Sobre el autor

José Atuesta Mindiola

José Atuesta Mindiola

El tinajero

José Atuesta Mindiola (Mariangola, Cesar). Poeta y profesor de biología. Ganó en el año 2003 el Premio Nacional Casa de Poesía Silva y es autor de libros como “Dulce arena del musengue” (1991), “Estación de los cuerpos” (1996), “Décimas Vallenatas” (2006), “La décima es como el río” (2008) y “Sonetos Vallenatos” (2011).

Su columna “El Tinajero” aborda los capítulos más variados de la actualidad y la cultura del Cesar.

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