Opinión
El congreso: entre disputas partidistas y su deber de legislar
Mientras el país se maravilla y concentra su atención en el éxito, la gesta y los logros de un colombiano ejemplar que con su fútbol cautivó al mundo, nos puso a soñar, nos alimentó la ilusión y nos enseñó a creer en nosotros: James Rodríguez –el que con su magia, goles y gambetas nos llevó a cuartos de finales del mundial, se consagró goleador–, en el congreso de Colombia se reúnen los llamados Padres de la Patria, elegidos por el constituyente primario para que legisle, elabore, interprete, reforme o, en algunos casos, derogue las leyes que requiere el país para mejorar las condiciones de vida de la sociedad y solucionar sus problemas.
Pero en lugar de eso, en las pocas o escasas sesiones que se han adelantado desde el 20 de Julio, día que se posesionaron estos ilustres hombres, solo nos han presentado a los pocos colombianos un vergonzoso espectáculo alejado de las necesidades apremiantes de nuestra nación.
Vemos a la Izquierda tratando que se adelante un debate en contra del expresidente Uribe por sus posibles vínculos con el paramilitarismo y que las investigaciones sean asumidas por la Corte Suprema, lo cual no es posible porque la Corte solo puede asumir investigaciones del Expresidente por las conductas que adelante en la actualidad como senador.
También observamos al Centro Democrático con su afán de figurar, recobrar el papel protagónico perdido, desde la dejada del poder de su máximo líder, despotricando, denigrando e incluso insultando al presidente Santos, su gobierno y su política, los militantes de este partido político, con elocuencia resonante, piensan que su papel es adular a Uribe, al cual siguen llamando presidente (olvidándose su condición de expresidente y más aún de senador en la actualidad), adulan su gobierno y las obras que transcurrieron hace más de 4 años, y que el país conoce, agradece y crítica en algunos casos.
Los Partidos de la Unidad Nacional se encuentran a la defensiva y en férrea defensa del Presidente Santos, sus políticas, su Gobierno, sus cuotas burocráticas y su porción de mermelada por eso no pierden la oportunidad y protagonismo para demostrar su condición de adulones incondicionales del ejecutivo.
Mientras nuestros distinguidos senadores mantienen estas posiciones y discusiones banales, nuestro país necesita grandes reformas que constituyan una hoja de ruta para mejorar de una vez por toda la problemática del sector salud, de la educación o la justicia, que nos permita la construcción un país más equitativo, incluyente y con oportunidades que nos abone el terreno para la llegada de la tan anhelada Paz.
Por eso, se hace necesario que el congreso colombiano y sobre todo figuras rutilantes como Horacio Serpa, Antonio Navarro, Jorge Robledo, Roberto Garlein, Claudia López y Álvaro Uribe demuestren su liderazgo y amplio conocimiento del país para enderezar el camino y trabajar mancomunadamente, (sin importar el partido o ideología política), por este país hermoso y maravilloso que tanto lo necesita.
De esta manera devolveremos la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, la esperanza a los habitantes por un país mejor, el sueño a la sociedad de una nación en paz, pujante, llena de progreso, desarrollo, bienestar, con las necesidades satisfechas y la erradicación de la pobreza extrema.
De lo contrario los colombianos debemos sumirnos en el sueño, alegría y orgullo por los triunfos de nuestros deportistas, más no en los avances y transformaciones como nación o país que nos garantice un mejor futuro y mejoramiento de las condiciones de vida de las nuevas generaciones.
Diógenes Armando Pino Sanjur
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Sanjur
Tamalamequeando
Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.
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