Opinión
Así conocí a Calixto
Cuarenta y cinco años atrás, en un pueblo de tres calles polvorientas y extensos sabanales, solo la proximidad de cuatro fiestas rompían la monotonía y pasmosa tranquilidad que anidaba en este torrente actual de vicios y gentes que no recuerdan de donde llegaron, y que muchos ya se atreven a llamar ciudad.
Esas cuatro fiestas hacían que mis coterráneos campesinos cambiaran su semblante: en julio 16, Virgen del Carmen; Septiembre 14, Santo Cristo; Navidad y Año Nuevo, y en los tradicionales carnavales, febrero o marzo de cada año.
Tengo intacta la recordación de que en vísperas del carnaval de 1970 se anunció en la bocina encaramada, en unas varas de unos quince metros de altura del único supermercado del pueblo llamado Almacén Nacional, que el músico Calixto Ochoa sería quien amenizaría las fiestas del carnaval de ese año en la Loma.
Se podrán imaginar ustedes la algarabía y el desbordante entusiasmo que embargaron a ese tranquilo pueblo esa noche; y es que no era para menos: íbamos a conocer en persona al autor e intérprete de los Sabanales, Lirio Rojo, Marily, Remanga, El Calabacito, Playas Marinas, El Africano, Compae Menejo y otros tantos.
Yo era uno de los más pequeños del grupo de muchachos de entre siete y diez años que organizamos la manera como conoceríamos ese sábado al artista más famoso que había llegado a La Loma de Potrerillo, nada menos que el gran Calixto Ochoa, el mismo que lideraba con Alfredo Gutiérrez, Cesar Castro y el Rey del trabalenguas Eliseo Herrera, los Corraleros de Majagual.
A eso de las nueve de la noche ya estábamos encaramados en el palo ´e mango que dividía la caseta del patio de la casa donde vivía el viejo Rosendo Romero Villareal, abuelo de Israel y Rosendo.
Recuerdo como si fuera hoy que varias de las vidriosas ramas del palo e mango se vinieron abajo, porque en el estábamos no menos de veinte muchachos que, golpeados y todo, salimos felices ya que al fin conocimos a Calixto Ochoa, aunque a la mayoría nos dieron fuete al día siguiente por habernos escapado de la casa esa noche, lo que fue gratificado dos meses después cuando escuchamos en la radio que Calixto era el nuevo Rey Vallenato.
Calixto Ochoa Campo, uno de los pocos músicos completos del vallenato, verdadero juglar en todo el sentido de la palabra, se nos ha ido para siempre la mañana del 18 de Noviembre de 2015; a la música colombiana le deja un inmenso legado, pero también un profundo vacío, por eso me despido parafraseando al negro Cali “Se acaba la vida se acaba el misterio, cuando se muere ya no vale na”.
Jorge Nain Ruiz
@JorgeNainRuiz
Sobre el autor
Jorge Nain Ruiz
Vallenateando
Jorge Nain Ruíz. Abogado. Especializado en derecho Administrativo, enamorado del folclor Vallenato, cantautor del mismo. Esta columna busca acercarnos a una visión didáctica sobre la cultura, el folclore y especialmente la música vallenata. Ponemos un granito de arena para que la música más hermosa del mundo pueda ser analizada, estudiada y comprendida.
0 Comentarios
Le puede interesar
Llantos rojos, risas verdes
Pasaron las elecciones, acaban las tensiones, desesperos, acusaciones y peleas de todo tipo. Inicia el periodo de celebraciones para ...
Editorial: Un gesto alentador para la Cultura del Cesar
Después de una serie de desencuentros que no favorecieron a nadie, el acercamiento entre el nuevo gobernador del Cesar, Franco Ovall...
Estamos cambiando
A veces pienso que Valledupar se enseria. En una semana realiza foros energéticos de alto interés, abre las puertas a la gastronomía...
Salir con una coach
Los nuevos avances científicos demuestran que viviremos 20 años más que las generaciones pasadas. Hay más alimentos, menos guerras,...
Donaldo Mendoza, nuestro prócer cesarense en el Cauca
Hace treinta años el terremoto de Popayán dio génesis a una gesta que hoy se ve plasmada en la impresionante compilación periodíst...