Opinión
En tiempo de navidad, alabanzas por la vida
La vida se nutre de recuerdos. Recordar es vivir, dice el refranero popular. El tiempo con sus pinceles de luces y de sombras deja huellas imborrables en los espejos del alma. Infortunadamente la violencia extrema continúa en la ruta de violaciones, secuestros, torturas, atracos y asesinatos en diferentes partes del mundo. Sin embargo, frente a estas acciones violentas la responsabilidad es de una minoría, porque la inmensa mayoría celebramos las actitudes que dignifican la condición humana y alimentan las bondades del espíritu.
Entre las bondades de espíritu está la gratitud, esa manifestación natural de agradecimiento a Dios, a la vida, a la familia, al trabajo y las personas que nos brindan apoyo. La gratitud vence la egolatría, porque nos permite reconocer las obras de los otros y admitir que necesitamos a los demás. Las personas agradecidas son más felices, se sienten menos deprimidas, menos estresadas y más satisfechas con sus vidas y sus relaciones sociales.
En esta época de Navidad, los cristianos nos sentimos más cerca de Dios y valoramos la importancia de la convivencia y la solidaridad. A pesar de los momentos tristes y las dificultades, disfrutamos la alegría de las cosas sublimes, como el sempiterno amor por la familia y la fraternidad de los amigos. Celebramos la llegada de nuevos miembros de la estirpe y somos solidarios con la luctuosa partida de los que hoy son habitantes de la eternidad celestial. Unos se van y otros llegan, infalible travesía de los mortales.
Cuando las luces y las brisas de diciembre, rondan las fiestas con los cánticos de Navidad y nos preparamos para esperar la calidez de los abrazos en la alborada de año nuevo, ofrendo estas alabanzas por la vida para todos mis lectores y en especial a los jóvenes del Cesar y de Colombia:
Defiende y ama la naturaleza, siembra una palmera que haga sonreír el viento en el patio de tu casa o una calaguala que pinte de verde los faroles en tu ventana. Ahí llegarán los pájaros a bendecir con su canto los jardines de la memoria.
Vive y disfruta tu tiempo, dedícate a construir la transparencia generosa de tus días: estudia, piensa, lee y escribe. Si sueñas con ser músico, pintor o poeta, busca a un maestro que te ayude a develar ciertas claves para cualificar tu talento, y recuerda a Pablo Picasso: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando.”.
Esfuérzate por alcanzar tus metas. El facilismo deshumaniza tus proyectos, entorpece la creatividad y la inteligencia. Nadie festeja la llegada a la meta si no ha dedicado esfuerzos para merecer la victoria. Nada es inalcanzable a la inteligencia humana. Armoniza la alianza entre la emoción y la razón. Valora la importancia del arte, de la fiesta, de la risa y el humor, y conserva la ponderación en el consumo de alimentos y practica una disciplina deportiva.
Que la sensatez brille en tus actuaciones, fortalezca tu personalidad y la aceptación de sí mismo. Ponte una coraza insobornable para no dejarte influenciar por las tentaciones del dinero fácil, la mentira, la trampa, el libertinaje y la irracionalidad del fanatismo. Haz tuyo, este sabio pensamiento: el tamaño de una persona no se mide de los pies a la cabeza, su grandeza se mide por sus ideas y las acciones que dignifican la condición humana.
Colofón: Gratitud a todos mis lectores, y les deseo paz, salud y bienestar.
José Atuesta Mindiola
Sobre el autor
José Atuesta Mindiola
El tinajero
José Atuesta Mindiola (Mariangola, Cesar). Poeta y profesor de biología. Ganó en el año 2003 el Premio Nacional Casa de Poesía Silva y es autor de libros como “Dulce arena del musengue” (1991), “Estación de los cuerpos” (1996), “Décimas Vallenatas” (2006), “La décima es como el río” (2008) y “Sonetos Vallenatos” (2011).
Su columna “El Tinajero” aborda los capítulos más variados de la actualidad y la cultura del Cesar.
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