Opinión
El jubileo de presos
En Colombia se ha recibido con beneplácito el anuncio que el máximo jerarca de la iglesia católica nos visitará entre el 6 y el 10 de Septiembre. Para muchos el papa Francisco viene fundamentalmente para alimentar la esperanza, respaldar el proceso de paz e involucrar a la Iglesia en la reconciliación del país.
Con ocasión de esta visita en el congreso se radicaron 3 proyectos de Ley que buscan rebajas de penas para miles de colombianos presos. Con estas iniciativas presentadas por el gobierno nacional, el Partido de la U y el Centro Democrático se prevé la libertad de más de 40.000 condenados.
Estos proyectos tienen su fundamento histórico en una fiesta llamada “Jubileo” que celebraban los judíos cada 50 años, en donde cancelaban deudas, devolvían propiedades y concedían la libertad a esclavos. En los tiempos actuales esto es representado por la Indulgencia que el santo padre concede a los católicos en ocasiones especiales.
Los 3 proyectos de ley presentados para el Jubileo de Presos tienen más afinidad que disimilitud. La mayor similitud que los une son los cuestionamientos del Fiscal y el Procurador General. Por una parte el Fiscal manifestó su preocupación a tal punto que aseguró “que los proyectos de ley terminarían otorgando beneficios indiscriminados, permitiendo la libertad de autores de los delitos que más han impactado a los colombianos”, por su lado el Procurador declaro “no se trata de abrir la puerta de las cárceles y sacar miles de personas para hacer nada”.
Los promotores de las propuestas defienden sus iniciativas asegurando que los proyectos de ley garantizan la libertad solo a personas que han cometido delitos menores, exceptuándose autores de delitos de corrupción, narcotráfico, lesa humanidad, violación, violación de niños, feminicidio entre otros, además que ayudaría con la descongestión y el hacinamiento carcelario.
Colombia necesita un proceso de perdón y reconciliación para que verdaderamente podamos lograr una paz estable y duradera, por lo que el proyecto de Jubileo para rebajar penas a presos por delitos menores no parece descabellado, ni manda señales equivocadas a la delincuencia, pero también es cierto, que en las actuales condiciones de criminalidad de nuestro país se debe analizar y ponderar una medida como ésta.
Para nadie es un secreto que debido al alto índice de delitos menores que ocurre a diario en nuestro país la inseguridad, violencia y falta de credibilidad hacia la justicia y fuerza pública se ha incrementado, lo que llevo al gobierno a introducir en el sistema legal colombiano la Ley de Pequeñas Causas y el Nuevo Código de Policía y Convivencia para combatir estos delitos y establecer sanciones reales y efectivas a los delincuentes.
Asimismo es una realidad palpable que la inmensa mayoría de agresores o criminales que han sido beneficiados de los subrogados penales o no han sido cobijados con medidas de aseguramiento han vuelto a delinquir, reincidiendo en su conducta de trasgredir las normas y las leyes y atentando con el mantenimiento del orden y la protección de la vida y los bienes de los ciudadanos.
Por ello creo que más que un Jubileo de Penas, debemos implantar un verdadero sistema carcelario que asegure la resocialización efectiva de presos para propender que el regreso a la libertad no implique retorno a la delincuencia. Es urgente construir nuevas cárceles para combatir el hacinamiento y mejorar las condiciones de reclusión.
Diógenes Armando Pino Sanjur
@mafranpisa
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Sanjur
Tamalamequeando
Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.
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