Opinión
Bailes populares disfrazados de festivales vallenatos
A finales de la década de los 70, cuando aún no cumplía mi mayoría de edad, tuve una aventura como empresario artístico y se me ocurrió organizar un baile comercial en mi pueblo natal, La Loma de Potrerillo, como se le decía por aquella época. El conjunto que presentamos en la caseta ‘La Cita’, de la legendaria Hermida Ospino, lo encabezaba en el acordeón el niño prodigio Omar Geles Suárez y en el canto José Díaz ‘El Macho’ y Jorge Naín Ruiz, empresario, manager y vocalista.
El baile lo organizamos para la fiesta de la Virgen del Carmen, y recuerdo que escasamente producimos los recursos para los pasajes de vuelta a Valledupar. La costumbre por aquella época en todos los pueblos de la región eran los bailes pagando la entrada a las casetas, costumbre que poco a poco se fue perdiendo y llegamos a la época actual en la cual las ferias, fiestas patronales, festivales y demás actividades de diversión y jolgorio son financiados en su totalidad por las administraciones municipales.
Muchos ciudadanos y ciudadanas se preguntan cuánto dinero gastan los alcaldes municipales del presupuesto oficial en lo que algunos llaman actividad cultural, que no es otra cosa que lo que antes llamábamos casetas, ahora al aire libre, y como le gusta a la gente, ‘Al Gratín’. ¿Será eso una inversión en cultura? ¿Podrían muchos mandatarios locales estar incurriendo en delitos contra la administración pública? Ese tipo de costumbre no es fuente del derecho.
En la gran mayoría de festivales vallenatos que se organizan en Colombia el porcentaje de recursos que verdaderamente destinan las autoridades locales a la cultura es ínfimo, por ejemplo, si la premiación en los concursos asciende a cincuenta millones de pesos, el pago de conjuntos y orquestas contratadas supera los quinientos millones, y a eso agreguémosle que el sistema de contratación por tratarse de contratos ‘Intuito Persona’ se hace a dedo, lo cual per sé es un foco de corrupción.
Lo más triste de todo esto es que en la casi totalidad de estos municipios y corregimientos de Colombia donde se celebran bailes populares disfrazados de festivales vallenatos tienen sus necesidades básicas insatisfechas, sin agua potable, sin alcantarillado, con una educación paupérrima, niveles de desempleo alarmantes, mejor dicho, lo que ahora llaman pobreza multidimensional en su máxima expresión.
Nuestros gobernantes han captado y aplicado literalmente la expresión latina del poeta romano Juvenal: “Para el pueblo pan y circo”, como una manera de mantener entretenida y anestesiada a la sociedad con interminables fiestas y borracheras, y buena parte de esa sociedad ya no se preocupa por sus necesidades primarias, sino por cuál es el artista al que van a contratar este año. Lastimosamente, a eso hemos llegado.
Colofón: Un día como ayer, primero de agosto de 1940, nació en Valledupar la mujer que en gran medida contribuyó a llevar la música vallenata al gusto y la mente de millones de colombianos y de personas de muchas partes del mundo por intermedio del Festival de la Leyenda Vallenata. Consuelo Araujonoguera, vivirás por siempre en nuestros corazones.
Jorge Nain Ruiz
@jorgenainruiz
Sobre el autor
Jorge Nain Ruiz
Vallenateando
Jorge Nain Ruíz. Abogado. Especializado en derecho Administrativo, enamorado del folclor Vallenato, cantautor del mismo. Esta columna busca acercarnos a una visión didáctica sobre la cultura, el folclore y especialmente la música vallenata. Ponemos un granito de arena para que la música más hermosa del mundo pueda ser analizada, estudiada y comprendida.
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