Literatura

Detención

Diego Niño

23/03/2015 - 06:10

 

Estábamos en el Antifaz. Alguien dijo que Julio estaba peleando en la Plazoleta Granada. Lo encontramos midiéndose a trompadas contra un grupo de jovencitos. Corrimos. Los muchachitos huyeron. Uno cayó. Lo pateamos en el piso. Desde la esquina de la Carrera Quinta los compañeros gritaban, pero sólo llegaban hilachas de voces que se llevaba el viento.

Segundos después apareció la Van de la policía.

Huimos.

Tomé la Cuarta hacia el sur. A dos cuadras sentí el trote de un policía. Me detuve y levanté las manos. Sabía que mis pulmones no aguantarían más de una cuadra de persecución.

Antes que le dijera algo, él me dio un bolillazo en el estómago, me esposó y me subió a empujones a la Van. Luego la Van dio vueltas por La Candelaria.

Me sentía estúpido. Creí que sería el único que pasaría la noche en la estación. Luego sonó un disparo. El silencio creció como una ola. A los dos minutos subió Diego Navarrete esposado. Sin aire. Me miró a los ojos con preocupación.

—Parece que se lo cargaron—, dijo un policía desde el andén. Luego cerró la puerta.

Erramos por un buen rato. Después nos detuvimos. Abrieron la puerta y apareció Hugo con la boca rota. Luego Nabyl botando sangre por la nariz. Después se escuchó otro balazo y el ruido de botas corriendo. Se escuchaba la algarabía de una pelea.

Cuando el estrépito derivó en silencio, abrieron la puerta de la Van. Desde el interior vimos a Julio en el piso y tres policías encañonándolo. Uno botaba sangre por la nariz, otro por la boca. Julio botaba sangre por todas partes.

A los policías les costó subirlo. Julio maldecía, se sacudía. Le daban macanazos a las piernas que parecían aferrarse al marco de la puerta.

En la estación tuvimos que quitarnos cordones y correas. Nos metieron en una celda que estaba atiborrada de ladrones, habitantes de la calle, proxenetas.

Como no pudieron cerrar la puerta por el volumen, enviaron a Hugo a la celda de las prostitutas. Nos hizo roscas desde allí. Lo vimos abrazarse con una mujer que lo requisaba sin que se diera cuenta. No encontró nada en sus bolsillos. Lo empujó. Otra lo recibió. Lo abrazó. Hugo volvió a sonreír y volvió a hacernos roscas. Lo esculcaron de nuevo.

Cada hora nos echaban agua con una manguera. Nos chuzaban con las puntas de los bolillos. Los que estábamos apretados contra las rejas no podíamos evadir los golpes porque no había espacio para movernos.

—Y así serán tres días—, afirmó un hombre de patilla que se unía con los bigotes.

Sin embargo, a las ocho de la mañana nos soltaron.

—Váyanse antes que me arrepienta—, dijo un policía señalando la puerta.

Corrimos al comienzo. Luego caminamos mientras Hugo no paraba de hablar de su experiencia con las prostitutas.

 

Diego Niño

@diego_ninho 

Sobre el autor

Diego Niño

Diego Niño

Palabras que piden orillas

Bogotá, 1979. Lector entusiasta y autor del blog Tejiendo Naufragios de El Espectador.

@diego_ninho

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Summa de Giovanni Quessep: un homenaje al Premio René Char

Summa de Giovanni Quessep: un homenaje al Premio René Char

  En la presencia intensa y verdadera de la muerte, existe la presencia intensa y verdadera del amor [René  Char]. Paradójicam...

Febrero Escarlata o la crónica roja en su estado puro

Febrero Escarlata o la crónica roja en su estado puro

El reciente premio de periodismo Simón Bolívar otorgado a Ernesto McCausland fue una excusa para conocer la obra del periodista y pas...

Trivialidad de lo trascendente, de Diógenes Armando Pino Ávila

Trivialidad de lo trascendente, de Diógenes Armando Pino Ávila

Donde imperan las pequeñas conversaciones y las tareas domésticas, en esas rutinas implantadas por inadvertencia y en los espacios do...

Detrás del espejo

Detrás del espejo

Tengo cuatro o cinco años y estoy jugando con mis primas en la casa de la abuela. Es una casa enorme, llena de habitaciones cerradas...

Un nombre: Matilde Espinosa de Pérez

Un nombre: Matilde Espinosa de Pérez

Cuando una revista de letras se acerca a un nombre para posar sus intereses y hacer de su hallazgo, su mejor artículo, detiene su mira...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados