Literatura
La ciudad de los caídos
En el eje del Cementerio Central de Bogotá, se reúnen los políticos que definieron el rumbo de Colombia. Fachos y no tan fachos, progresistas, moderados, godos y cachiporros. Incluso parece que entre el rumor del aire se cuelan golpes de estado, triquiñuelas, conjuras, zancadillas y negociaciones. Pero todo quedó bajo tierra y cemento. Bajo mármol. Todo está alineado de acuerdo a la disposición de la muerte, que es juguetona, que le gusta la ironía. A la muerte que no desaprovecha la oportunidad de burlarse de las vanidades.
Detrás de la estatua de La Caridad está la tumba del ex presidente Alfonso López Michelsen. Parece como si la familia quisiera abandonarlo en las cunetas del olvido. Pasto, hierba, maleza, ladrillos y una lápida que parece que se romperá cuando la toque la llovizna que no se atreve a desprenderse de las montañas. En ella no hay fecha de nacimiento ni de muerte. Sólo tiene el periodo presidencial, como si hubiera nacido en el momento en el que subió al poder y muerto cuando salió.
En el costado sur-oriental del cementerio, en la hilera superior, hay una tumba sin lápida. Está encalada igual que la pared. Alguien escribió con carbón: “Estevan Prieto” en mayúscula sostenida. Abajo dice “te amo”, también en mayúsculas. La eme se curvó hasta parecer una E. Al lado hay un corazón y adentro dice Dios. En el borde inferior hay un clavel con el tallo amarillo. La flor nunca abrió por falta de agua.
Al verla se siente la pobreza y el dolor. La soledad. Especialmente soledad. Por alguna razón sospecho que la mamá fue la única que asistió al sepelio. La siguiente semana regresó para escribir el nombre en la tumba que desapareció detrás de la cal. Al final de oraciones y lágrimas, dejó un clavel que encontró en el piso.
Naturalmente sólo son conjeturas. Malabares de la imaginación.
En el costado sur-occidental del cementerio está la tumba de las hermanitas Bodmer. Sobre su sepulcro hay dos estatuas que representan a dos de las cuatro hermanas. Una está arrodillada con las manos entrelazadas sobre el pecho. La otra, de pie, tiene un brazo levantado, apuntando hacia las nubes al tiempo que contempla a su hermanita.
Algún visitante decidió ponerle una diadema y un babero a la niña que señala.
Sospecho que fueron las muchachas que están al lado del sepulcro. Una es delgada y silenciosa. La otra, mayor, más gruesa, morena y malhumorada. Sacan ponqués, chocolatinas, galletas y chupetas de una bolsa. La más joven se siente incómoda con mi presencia. Se va detrás de las estatuas como si quisiera esconderse. Segundos después regresa y mira a su compañera con ojos interrogantes. Ella, en respuesta, continúa sacando golosinas con actitud agresiva y luego se las pone en las manos, los antebrazos y en los pies de las imágenes. Da dos pasos hacia atrás para observar. Me mira de reojo, le hace una señal a su compañera y se van con pasos que presienten mis ojos.
Las palomas descienden para comer el ponqué que está en el antebrazo de la niña arrodillada. Ellas, las palomas, al igual que la hierba, representan la vida que crece en las grietas de la muerte. La vida que juega a los dados con la muerte. Ni a la vida ni a la muerte les interesa el resultado. Sólo quieren distraer la eternidad de nubarrones, lágrimas y milagros.
Diego Niño
@Diego_ninho
Sobre el autor
Diego Niño
Palabras que piden orillas
Bogotá, 1979. Lector entusiasta y autor del blog Tejiendo Naufragios de El Espectador.
0 Comentarios
Le puede interesar
Soledad, el cuento breve de Álvaro Mutis
En mitad de la selva, en la más oscura noche de los grandes árboles, rodeado del húmedo silencio esparcido por las vastas hojas ...
¿Qué sabemos sobre las escritoras del Cesar?
Al abordar este estudio sobre la presencia de la mujer en la historia literaria del Cesar, debemos hacer algunas precisiones inicia...
Ludmila Oulitskaïa: cuando la erudición tiene nombre de mujer
En el 2013, leí El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura, con un verdadero interés estético e intelectual, es uno de l...
Literatura, política y terror en el México del siglo XXI
Siempre he dicho que a México se le conoce y se le entiende mejor por su literatura que por la ensayística o la información period...
Medio siglo de ciencia ficción: entrevista a Antonio Mora Vélez
PanoramaCultural.com.co se complace en presentar esta entrevista, por cortesía de Magazín del Caribe (órgano de difusión de Asecari...