Música y folclor
La parranda y el parrandero en la música vallenata
La forma en que un pueblo celebra puede considerarse no sólo parte de su comportamiento, sino también de sus valores y las relaciones que establecen entre sí. La parranda expresa una sociedad, su cultura, sus códigos morales, sus gustos y todo aquello que marca diferencias de clase. Además, da cuenta de lo que sucede cuando se exalta el ánimo, los actos de habla que se llevan a cabo en un ambiente de cofradía.
El contexto aporta datos contextuales, no verbales que significan en la comunicación, como afirma Payne: “La oralidad conserva y acentúa las propiedades mágicas o rituales del lenguaje, al tiempo que mantiene un sentido de identidad común” (Payne, 512).
En el ambiente de parranda se crean vínculos de identidad entre los parranderos, veamos algunas canciones que tienen como motivo la parranda.
EL MALHERIDO (De Leandro Díaz)
Voy a cantá en este merengue
El era la alegría del Valle;
Ya no se escucha por la calle
Su canto alegre y bullanguero,
Ya su alegría se está muriendo
Y ese es un caso lamentable.
Él es un hombre conocido
En estas tierras vallenatas.
Yo no comprendo qué le pasa,
Si es que está muerto o está vivo;
No le ha quedado ni una de tantas
Enamoradas que he tenido.
Ahora se encuentra en una choza
Rodeada de árboles sombríos;
Su corazón lleno de frío,
Sin un clavel, sin una rosa,
Sin una hembra cariñosa
Que lo acompañe en su bohío.
Esta es la canción de un hombre trabajador, divertido, parrandero y alegre al que no le va muy bien con las mujeres. Sin recato alguno cuenta que muchas novias ha tenido, dejando ver la promiscuidad inherente a la parranda, a la vida del hombre parrandero pero solitario. Según los códigos sociales, él debe estar feliz, pero hay un tono de desolación, de búsqueda de consuelo en sus amigos. Se entiende la soledad como pago por haber sido parrandero y mujeriego. Hay una defensa de ciertas normas y una lección moralista, de una u otra forma el que siga esa vida desordenada nada le va a quedar, en sus palabras: “Sin una hembra cariñosa/Que lo acompañé en su bohío”, expresa los valores católicos tradicionales con respecto al matrimonio y tener un hogar.
Una intención opuesta podemos encontrar en el paseo de Enrique Díaz, “La caja negra”.
LA CAJA NEGRA (compuesta por Rafael Valencia e interpretada magistralmente por Enrique Díaz)
El hombre que trabaja y bebe
Déjenlo gozar la vida,
Porque eso es lo que se lleva
Si tarde eso es lo que se lleva
Después de la caja negra,
Compadre,
Creo que más nada se lleve.
Todo el que tenga sus bienes
Que se los goce bastante
Y de lo más importante
Es que goce con mujeres,
Que tarde o temprano muere
Y sus bienes
No sabe que se los hacen.
Viven pendiente en la parte
yernos, cuñados y hermanos,
y al que ya es pobre finado
ni una bóveda le hacen,
y el que trabajó bastante
se lleva
la tristeza y el guayabo.
Hay una clara visión y disposición de gozar la vida, de salvaguardar tiempo para el disfrute, una decisión para darse gustos, un intento por no racionalizar las emociones agradables. Hay un tono sincero y desparpajado que es coherente con la forma de ser del hombre caribeño extrovertido que canta un himno a la parranda. Se celebra la parranda y se celebra la vida, se igualan ambas y el goce que producen debe vivirse mientras se esté vivo, mientras se esté emparrandado. La vida es una parranda y cuando acaba sólo queda: la tristeza y el guayabo. Como lo explica Figueroa:
Uno de los elementos característicos de la parranda es la piquería, encuentro y desafío entre verseadores; la canción insigne de la piquería es “La gota fría” de Emiliano Zuleta.
LA GOTA FRÍA (de Emiliano Zuleta)
Qué criterio, qué criterio va a tené
Un negro yumeca como Lorenzo Morales,
¡ay! qué criterio va a tené,
si nació en los cardonales.
Yo en mi nota soy extenso
Y a mi nadie me corrige,
Para tocar con Lorenzo
Mañana sábado, día e´ la Virgen.
¡Ayy!... me lleva él o me lo llevo yo
pa´que se acabe la vaina,
pero Morales a mi no me lleva,
porque no me da la gana.
El tono desafiante, altanero y de reclamo caracteriza esta canción. Morales, el contendor es menospreciado, se le llama de modo peyorativo “indio”. Se le insulta y se juega al desprestigio entre machos; no es suficiente ganar en el reto entre acordeoneros, se debe ganar también en la pelea verbal. Entre más macho, mejor toca el acordeón y mejor versea, por lo tanto merece mayor respeto y reconocimiento. El prestigio que brinda el ser músico vallenato permite una reafirmación de género y de identidad vallenata.
Otro de los cantos de piquería más famosos es “El pilón”, con él se abren las parrandas.
EL PILÓN (Anónimo)
¿A quién se le canta aquí,
a quién se le dan las gracias:
a los que vienen de afuera
o a los dueños de la casa?
Si queréi queré, querém
o de no, no me quérai;
después no te pangái brava,
cuando con otra me viái
De tantas hijas que tengo,
Mariahelena es la mejor;
le puse a rayá una yuca
y me rompió hasta el rayador
En la canción se evidencia el uso de la variedad lingüística vallenata, es una muestra transparente de oralidad, un buen ejemplo son las palabras queréi, querái, viái, conjugadas en segunda persona del singular agregando la terminación “ai”. La canción invita a empezar la fiesta: ¿a quién se le canta aquí?
En las siguientes estrofas apelando al sentido del humor masculino de la región cargado de doble sentido y temas sexuales, se habla del amor y su visión hacia las mujeres, con quienes establece una relación de poder, sean su pareja o sus hijas, es claro que el hombre es quien manda en la relación.
María Emilia Aponte Mantilla
Maestría en Literatura
Acerca de esta publicación: El artículo titulado “ La parranda y el parrandero en la música vallenata ”, de María Emilia Aponte Mantilla, corresponde a un capítulo de la investigación académica titulada "La historia del vallenato: discursos hegemónicos y disidentes ” de la misma autora.
1 Comentarios
Que chévere amiga!! Me encantó
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