Ocio y sociedad
Las jardineras que viven del arte y mueren de sed
Era muy temprano. De lejos se veían bien cuidadas. Su apariencia mostraba que estaban consentidas. No tenían reparo en dejarse acariciar por la brisa desordenada de la ciudad. Se destacaban entre las demás. Nos acercamos, las contemplamos, las fotografiamos y saludamos al caballero responsable de tan saludable visión.
Jorge Acosta es su nombre. ¿Le pertenecen?, preguntamos. Respondió negativamente. “Sólo tienen un año conmigo pero las cuido como si hubieran nacido conmigo”. “¿Quién cuida las de sus vecinos?” “No lo sé. Me concentro en mi jardín”.
El pasado mes de abril, cuando en Valledupar el aire tiene sonido de acordeón, el gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo, entregó lo que, en su momento, fue tildado de obra de arte urbano: 56 jardineras ubicadas sobre la avenida Simón Bolívar con carrera 19 firmadas las manos de la artista plástica Elsa Marina, ‘Elmar’.
El color, la armonía y la belleza de inmediato prevalecieron en la zona. Sin embargo, los tonos de la responsabilidad ciudadana terminaron diluyéndose en el agua que no llega a las plantas.
“¿Usted sabe cuántos baldes con agua hay que echarle a esas jardineras? ¡Esas matas no se riegan con uno o dos baldecitos!”, nos afirmó con tono enojado una mujer de al menos 50 años.
Luego, pensativa, añadió: “Da tristeza tanta inversión en este proyecto para que lo dejen morir. Bastante agua hay en el río y el municipio no riega”.
De acuerdo al secretario de Ambiente del departamento del Cesar, Andrés Felipe Meza, el responsable de mantener el diseño paisajístico y urbanístico de una ciudad es el alcalde local. Sin embargo, la alcaldía municipal todavía no cuenta el equipo fortalecido para los asuntos de ornato y embellecimiento.
“Si bien es cierto que atendemos los aspectos fitosanitarios de los árboles así como la poda y la erradicación cuando se hace necesario, para el ornato y el embellecimiento no existe un plan de choque”, aseguró Raúl Villegas, jefe de la oficina asesora de Planeación municipal.
Todas las mañanas Don Jorge Acosta riega la jardinera al frente de su casa. El balde no le pesa, la tarifa de agua no se le incrementa mucho por cumplir con su responsabilidad ciudadana.
Sin embargo, son pocos los vecinos del sector que cumplen con esa tarea. Es por eso que la mayoría de las plantas de estas jardineras se ven marchitas.
Las jardineras están sobre el separador de la avenida que al norte de Valledupar conduce al balneario Hurtado. Ellas, como objeto recientemente inaugurado, están intactas. Pero no lo está su esencia, la vida que debe crecer en ellas…
PanoramaCultural.com.co
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