Opinión
Solo los ungidos
La semana pasada analizaba grosso modo algunos aspectos de la llamada izquierda colombiana y, manifestaba que me parecía una posición ingenua de los “izquierdosos” el hecho de cerrarle las puertas a “cualquier participación” de sus miembros en el gobierno, como el caso ocurrido con Lucho Garzón y más reciente con Clara López.
Que la izquierda cierre la posibilidad de aceptar los nombramientos a sus miembros, que sean tenidos en cuenta como ministros, a mi modo de ver, es prepotencia y revela el engreimiento de pensar que son los puros y que el resto de mortales son impuros. Pensar que si alguno de sus miembros participa en un gobierno es corromperse, se parece a la idea peregrina de un padre que le dice tajantemente a su hijo: ¡No puedes estudiar para médico por que tus pacientes te pueden contagiar! Y poniendo el caso en el otro extremo, no me imagino a estos puristas haciendo labores sociales en un ambiente deprimido de barrios marginales, pues creo que también tendrían miedo de contagiarse con los estragos de la miseria social que se vive en dichos barrios.
Una actitud de este tipo, de parte de la izquierda, me parece retrógrada y algo cursi, peor aún una falta de confianza y una desconsideración con el militante que por méritos sean tenidos en cuenta para ser llamado a ocupar una alta dignidad en el gobierno. No hay derecho que personas de la prestancia y la probidad de Lucho Garzón o Clara López, tengan que renunciar de un partido o una coalición para aceptar un puesto con el Estado. Petro tuvo que abrirse, y fundar su propio movimiento Progresista para aspirar y ganar la alcaldía de la capital.
Pareciera que las experiencias del pasado no dejaran enseñanzas positivas en la memoria de esos movimientos llamados de izquierda, pues la historia diariamente demuestra que la división, la dispersión, es lo que volatiliza y hace poco serias las aspiraciones de las personas que piensan que se puede dar un giro a la política y al gobierno buscando el beneficio de las clases menos favorecidas, es la unión lo que permitiría una izquierda preparada, un movimiento fuerte, y hacer que en realidad tengan posibilidades de acceder al poder por los caminos que esta democracia imperfecta permite.
No obstante lo anterior, vemos que los más recalcitrantes, los más ácidos a permitir que cualquiera de sus miembros destacados participen en las altas dignidades del gobierno nacional, son precisamente los que ostentan credenciales de senadores y representantes, son miembros de la colectividad más cuestionada de Colombia, hacen parte de esa élite política que se mueve en las arenas movedizas de la política y comparten presencia al lado de senadores y representantes cuestionados por paramilitarismo, corrupción y mil males más.
Parece que a estos miembros de la izquierda la naturaleza los privilegió con la unción de incorruptibilidad, ya que ellos sí, pueden codearse con los corruptos sin que se les pegue la peste, en tanto, los demás no pueden acercarse al gobierno o a otras instancias del Estado pues están propensos a sufrir el contagio de la corrupción e irremediablemente perderían sus ideales por la supuesta infección y contagio de la corruptela gubernamental.
Pareciera que solo los iluminados, los ungidos de la izquierda colombiana pueden darse el lujo de pertenecer al Congreso de la República, en tanto que para los demás de sus miembros está vedada esa posibilidad. Mientras la izquierda siga así, de seguro, irá perdiendo a sus miembros mejor calificados para acceder a instancias de poder, pierden así la posibilidad real de prepararse para gobernar y obligan a que estos apostaten de sus partidos y se vean abocados a crear grupos, movimientos y partidos nuevos, que nacen precisamente de los ya existentes, debilitando y quebrantando, si es que se puede, aún más la ya dividida y resquebrajada izquierda colombiana.
Diógenes Armando Pino Ávila
@Tagoto
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
1 Comentarios
El ejemplo de Roussef en Brasil es palmario: le dio varios ministerios a la derecha de Temer y su grupo, y a la hora del té, le dio la puñalada trapera; la izquierda comparte sus gobiernos ingenuamente, en cambio las derechas no se permiten esos errores; la Historia te enseñará, decía Althuser; *¡Bon Sort!!
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