Opinión
Editorial: Soñamos con la paz
Algunas palabras pierden su significado con el tiempo, al ser usadas fuera de su contexto. En Colombia, la paz ha sido durante muchos años el sinónimo de un vago recuerdo o una ilusión.
A lo largo de más de cinco décadas, se ha usado de manera frecuente, sea para negociar, engañar, ganar tiempo, rearmarse, buscar respaldo, o simplemente aparentar, pero nunca se ha usado con el simple fin de lograr lo que todos ahora pedimos: la Paz.
Después de todo este tiempo de sacrificios, silencios, escándalos y atrocidades, seguimos creyendo en la paz. Soñamos con ella, porque cuando suena –aunque sea en boca de personas a las que no creemos–, nos sigue creando sentimientos.
En nuestro más profundo ser, todos queremos la paz. La anhelamos y sabemos que es la base de todo: de una estabilidad, primero, de una educación y una prosperidad compartida en términos justos y creíbles.
De ahí empieza todo: la paz es el sustento del diálogo y la confianza. No puede haber acuerdo con balas y disparos. Ni tampoco proyectos duraderos sin acuerdos y pactos entre los principales sectores de la sociedad.
La paz es la máxima expresión de la comprensión y del perdón. Saber entender que todos estamos deseando salir a la calle sin miedo, viajar sin dudar, vivir sin sufrir, recordar sin resentirse. Queremos crear y construir sin pensar en que todo pueda desaparecer, de repente, por impulso o falta de comprensión.
La Paz es el inicio de todo y no el fin de cada uno. Es la base de una sociedad que quiere despertarse después de sucesivas pesadillas: una guerra propiciada por dos partidos políticos, otra por el narcotráfico, y la última por la guerrilla y el Estado.
Tendremos que pronunciar las palabras y aprender a que suenen de verdad. Tendremos que sentir lo que decimos. Tendremos que proyectar una vida diferente que se sustente en otros valores que la violencia. Tendremos que pensar en nuestros hijos que tienen derecho a vivir en un país tranquilo y con derechos. Tendremos que recordar a nuestros padres que siempre vivieron con las ganas de construir una nación próspera. Tendremos que comunicar con nuestros primos, hermanos o amigos, que se fueron a Estados Unidos o a Europa buscando lo que aquí parece negarse a llegar.
Todo esto lo tendremos que hacer, y lo podremos poner en práctica únicamente si aceptamos el hecho de que soñamos con la paz. Es el deseo de todos. Y ella –la paz–, aunque se haga rogar (porque requiere tiempo, humildad y sabiduría), es la que nos mueve, la que nos da el aliento.
0 Comentarios
Le puede interesar
Las parrandas virtuales: una novedad
Hasta hace muy poquito tiempo sonaba utópico y hasta risible pensar que a los músicos los contratarían para tocar una parranda virtu...
La abundante y variopinta fronda del elector
Se avecina una nueva justa electoral, ya se caldea el ambiente local, se escuchan opiniones reposadas que analizan la situación de...
Elección de Personeros ¿Cuál meritocracia? (II)
Ya habíamos anunciado que este tema tendría una segunda parte, la cual suspendimos en razón a la muy buena y oportuna noticia de h...
Mi periplo por el llano
Hace más de dos meses llegué por Quetame, Cundinamarca. Un gran amigo insistentemente me había invitado para que conociera el ll...
La guitarra en la Independencia vallenata
La guitarra en manos de la trova juglaresca española acompañaba al conquistador en el tiempo de descanso, porque la música era l...