Música y folclor

Los juglares vallenatos

Luis Carlos Ramirez Lascarro

30/06/2023 - 00:12

 

Los juglares vallenatos
Foto extraída de la película "Los viajes del viento" de Ciro Guerra

 

La idea que construye la figura del Juglar en la música vallenata es difícil de definir pues se debate, como la mayoría de los temas concernientes al vallenato, entre la melancolía de los tiempos viejos ( donde prevalece una pretensión de inmovilidad de los conceptos en procura de la preservación de unas formas y unas costumbres que, por fuerza de contexto, no son posibles de perpetuar en su forma primigenia) y el endosamiento subjetivo, arbitrario y a veces grandilocuente de un rótulo impreciso al autor, canción o interprete de la predilección de un individuo o comunidad, buscando convalidarlo como el mejor o uno de los mejores, desconociéndose, por otra parte, a personajes que, si se analiza detenidamente, tienen méritos suficientes y en ocasiones de sobra para ser incluidos en ese grupo que aglutina a parte de lo más importante en este folclor.

Las normas a las que obedece la inclusión o no de un individuo en este grupo no parecen estar establecidas, por lo menos con claridad y sin lugar a equívocos.  

A pesar de algunas similitudes existentes entre la juglaría medieval y la vallenata hay que decir, con toda claridad, que entre estas tradiciones no existe un paralelo absoluto y que la figura del Juglar Vallenato, la idea que lo busca definir, se muestra acomodada a partir de ciertas características de los Juglares Medievales, entre las cuales las más extendidas son: su constante errancia y la narración de hechos cotidianos musicalizados. Estas dos características, en sí mismas, no determinan unas bases excluyentes para denominar selectivamente a algunos cantautores como juglares y a otros no, pues la mayoría de los cantautores vallenatos cumplen con estos dos requisitos.

Cabe recordar que no es prudente generalizar al definir las canciones vallenatas, incluidas las de los juglares, y encasillarlas en la etiqueta de Narrativas, puesto que en la misma canción pueden darse, incluso, las cuatro divisiones temáticas en el vallenato que Daniel Samper señala como: Narrativo, Introspectivo, Descriptivo y de Contrapunteo o Piqueria.

Se suele asociar la imagen de los Juglares Vallenatos con una especie de “correos humanos”, idea que podría ser válida sólo hasta los de la denominada segunda generación (nacidos entre 1890 y 1920), en cuyos tiempos los medios de comunicación no eran tan eficientes ni estaban tan masificados. A los posteriores, en particular a los que podríamos agrupar en una cuarta generación (nacidos entre 1950 y 1970) y aún en alguna posterior, no se les puede asociar con esta misma idea, puesto que la posibilidad de que estos y sus cantos pudieran servir de medio de comunicación entre los pueblos de la provincia no sólo es inviable, sino innecesaria e insuficiente. La función de los cantos de estos es más cercana a la de dar una revisión, visión o versión de los hechos, más que presentarlos. Esto, sin embargo, no descalifica ni a los cantos ni a sus creadores, como parte de una Juglaría, ya que estos, a su manera y situados en su contexto, reflejan la realidad en la cual están inmersos.

Adicionales a estas características, Juan Gossain y Daniel Samper en su discurso: El Mester de Juglaría Colombiano, señalan que coinciden estas dos tradiciones en la costumbre de incluir en las letras de las composiciones el nombre del autor, buscando evitar la declaración como anónimo de un canto del medio evo y la burla de los derechos intelectuales en tiempos recientes (cosa ya en desuso en la actualidad de la música vallenata, debido a la mayor facilidad de reconocimiento y protección de estos derechos a un autor a partir de las figuras de Tobías Enrique Pumarejo y Rafael Escalona); así como el tema central del amor al cual, curiosamente, se le resta importancia en el intento de definir lo tradicional y lo clásico en el vallenato y, por consiguiente, su juglaría, haciendo énfasis en el aspecto narrativo, muchas veces confundido con el descriptivo y llegando incluso a catalogar con alcances épicos a las composiciones vallenatas sin dar un ejemplo claro y contundente que pueda permitir catalogar a un canto vallenato como un poema épico. Señalan, finalmente, el ambiente de mestizaje que propició la irrupción de ambas tradiciones, características que no son, tampoco, exclusivas de la música vallenata y que se pueden encontrar en las demás músicas populares no sólo del caribe colombiano sino del país y el continente entero.

La acepción generalizada en el contexto vallenato del término Juglar se refiere a quienes, tiempo atrás, fueron cantautores e intérpretes errantes del acordeón y que ayudaron a difundir el folclor en su “esencia”. Características que no darían espacio a Rafael Escalona, Tobías Enrique Pumarejo y Leandro Díaz, aunque este último interpretaba la armónica, instrumento con el mismo principio sonoro del acordeón.

Estos, sin embargo, son tenidos sin lugar a dudas como juglares de la música vallenata.

Pumarejo y Escalona no ejecutaron instrumento alguno, lo cual dificultaría aún más su designación como juglares, acercándose más al concepto de Trovador que al de Juglar. En cuanto a juglares que no son intérpretes o ejecutantes de un instrumento, el caso más sui generis en el contexto de la música vallenata es el de la denominación de Gabriel García Márquez como tal, sin otorgarle el mismo honor a otros escritores que aportaron o aportan al crecimiento y desarrollo de la música vallenata, tales como: Manuel Zapata Olivella, David Sánchez Juliao, Ernesto McCausland, Alberto Salcedo Ramos, Juan Gossaín Abdala y Daniel Samper Pizano, sólo por quedarnos con renombrados cronistas y no incluir a fundamentales investigadores desde Antonio Brugés  y Gnecco Rangel hasta Tomás Gutiérrez y Julio Oñate.

La denominación de Juglar en el mundo vallenato de Gabo es una muestra clara de la arbitrariedad de esta calificación al no existir más razones evidentes para ello que la trillada y famosa frase que catalogó a Cien años de Soledad como el intento de escribir un extenso vallenato. ¿Es esto suficiente para nombrarlo Juglar sin serlo de acuerdo al concepto definido en los diccionarios ni al de uso extendido entre los conocedores y degustadores del Vallenato?

Volviendo a la idea del Juglar Vallenato como quien ayuda o ayudó a difundir el folclor en su esencia, es inevitable llegar a preguntarnos por las características que den forma a esa misma esencia y que, más allá de los cuatro aires estatuidos como tradicionales, no está muy claramente definida, pues no todas las canciones por el sólo hecho de estar rítmicamente inscrita en estos aires pueden ni deben considerarse tradicionales. Por otro lado, algunos de los más representativos Juglares vallenatos no han interpretado, exclusivamente, temas enmarcados en estos cuatro aires, lo que no se ajusta del todo a la idea de difusores del folclor en su esencia. ¿Los descalifica esto?

Adicionalmente, en el mismo PES del Vallenato en la sección “Descripción de la manifestación” en cuanto a la definición organológica de la música vallenata tradicional, se dice que “los festivales folclóricos… han buscado mantener la expresión tradicional de la música vallenata, tanto en su formato instrumental como en la ejecución de los cuatro aires que identifican a la manifestación”. Es bien sabido que la formación festivalera es de sólo: Caja, Guacharaca y Acordeón; lo que descalificaría como tradicional a todas las canciones llevadas al acetato, puesto que la composición instrumental de los conjuntos empleados en estas grabaciones no son, ni en los inicios, apegados a esta descripción. ¿Son, entonces, o no, difusores del folclor en su esencia, los Juglares que han llevado sus canciones a la grabación con formatos instrumentales distintos al tradicional? Se me podría responder con el mismo PES, documento en el que sólo dos páginas más adelante, se lee: “Sin embargo, la música vallenata tradicional, puede ser interpretado tanto con los instrumentos típicos como en una sinfónica”, párrafo que abre plantea una contradicción con el anteriormente citado y que al dar esa posibilidad de diversificación de la conformación de los conjuntos, deslegitima, en gran medida, los señalamientos que se hacen a grupos que han usado otras conformaciones orquestales para interpretar temas que, rítmicamente, se inscriben en los cuatro aires tradicionales, tales como las versiones y muchos de los nuevos temas grabados por Carlos Vives y La Provincia.

Por lo visto, la idea del difusor del folclor en su esencia no es, tampoco, criterio determinante e incontrovertible para la definición de la idea del Juglar Vallenato

Así como se podría, en principio, deslindar a don Toba, Escalona y Leandro, de acuerdo a la idea extendida acerca de los juglares vallenatos como cantautores intérpretes del acordeón, tampoco se podrían asociar a quienes no se hubieran dedicado en gran parte de su existencia a las labores del campo como principal medio de su sustento, con lo cual la mayoría de los juglares de la llamada Tercera Generación no podrían ser tenidos en esta consideración y menos, aún, los recientemente nombrados Juglares Contemporáneos de los cuales, cronológicamente, la mayoría, deben estar incluidos en esa Tercera Generación de juglares (nacidos entre 1920 y 1950) en vez de hacerles coincidir con otros nacidos recientemente.

Habiendo la posibilidad de unos Juglares Contemporáneos, incluyendo a algunos personajes nacidos en la década de los 60 del siglo pasado, cabe la pregunta sobre la posibilidad de unos Juglares nacidos en épocas aún más recientes e incluso cabe la pregunta sobre cómo denominarlos, pues ya no se les podría llamar Modernos: Post-Contemporáneos (cosa que sería un exabrupto), Actuales, De la Cuarta o Quinta Generación o Urbanos? La pregunta por la no inclusión de algunos artistas en el grupo denominado Juglares Contemporáneos y la posibilidad de la existencia de un grupo posterior a este plantea otra seria de preguntas, siendo la más apremiante es: ¿Si es que, acaso, por el sólo hecho  de no haber estado vigentes en las grabaciones en las décadas finales del siglo XX, sino en lo que va del XXI, no es posible tener en cuenta a algunos personajes para ser llamados Juglares?

En el Diccionario de la Lengua Española se encuentra sólo una acepción de la palabra juglar que tenga connotación actual y esta es la segunda que el presenta: Trovador, Poeta. La primera acepción que da este diccionario es en referencia a los juglares del medioevo: "En la Edad Media, persona que iba de unos lugares a otros y recitaba, cantaba o bailaba o hacía juegos ante el pueblo o ante los nobles y los reyes".

Si proyectamos esta segunda acepción a la actualidad, aplicándola a los artistas vallenatos actuales, los cantantes deben ser vistos, también como Juglares, cosa que, de acuerdo a la idea extendida sobre el Juglar en el ámbito vallenato es impensada, ni en el caso de Diomedes Díaz que, además de ser el más afamado de los cantantes vallenatos es uno de los más grandes compositores de este folclor, en cuyas canciones se encuentran temas de casi todos los aspectos compositivos que caracterizan al vallenato. La acepción enumerada en principio, de connotación actual, da cabida, en principio, a todos los cantautores ya que un Trovador es quien crea e interpreta versos y diversas composiciones de tipo poético, entre ellas las canciones. Estos musicalizan sus creaciones, a diferencia de los poetas, que sólo crean poemas. Estos son sólo escritores.

Revisada la idea extendida sobre el juglar y la juglaría y el concepto que define formalmente los estos términos, es evidente que la idea del Juglar Vallenato y su Juglaría ha sido construida, apoyados en las características de la errancia y la narración de historias, primordialmente, en medio de la búsqueda de la construcción del discurso, que se ha vuelto hegemónico, que posiciona al vallenato como descriptor de las realidades históricas, sociales y culturales de la región e incluso del país y factor de integración y cohesión social, además del medio por antonomasia para la preservación de la tradición oral y la transmisión generacional de la memoria y los saberes. Todas estas características, que son dadas al vallenato tradicional en el PES aprobado por el MinCultura en 2013, no son exclusivas de esta manifestación cultural, ni son extensivas a la región caribe y mucho menos al país.

El hecho de que a un personaje se le considere como Juglar en el ámbito vallenato es equivalente ser canonizado o incluido en el Parnaso particular vallenato. Es la máxima envestidura que se le puede dar a un personaje de este ámbito, pero una designación dada en función de la melancolía, del engrandecimiento de los tiempos idos y no del reconocimiento franco y sin sesgos de quienes por la calidad, originalidad u otros rasgos creativos o interpretativos hayan trascendido en la historia de esta música.

Un Juglar, finalmente, no se puede confundir con lo que, en ocasiones se considera un clásico, ya que a estos se les considera vigentes de manera permanente, sin quedar obsoletos. Y, aunque hay muchos juglares o muchas de sus obras que si han llegado a convertirse en Clásicos de la música vallenata, no todos gozan de vigencia y recordación más allá de su papel pionero o seminal.

Juglares, por lo visto, podríamos ser todos los poetas y/o trovadores. Juglares vallenatos, unos cuantos, no se sabe cómo ni por qué.     

 

Luis Carlos Ramírez Lascarro

@luiskramirezl 

Sobre el autor

Luis Carlos Ramirez Lascarro

Luis Carlos Ramirez Lascarro

A tres tabacos

Guamal, Magdalena, Colombia, 1984. Historiador y Gestor patrimonial, egresado de la Universidad del Magdalena. Autor de los libros: La cumbia en Guamal, Magdalena, en coautoría con David Ramírez (2023); El acordeón de Juancho (2020) y Semana Santa de Guamal, Magdalena, una reseña histórica, en coautoría con Alberto Ávila Bagarozza (2020). Autor de las obras teatrales: Flores de María (2020), montada por el colectivo Maderos Teatro de Valledupar, y Cruselfa (2020), Monólogo coescrito con Luis Mario Jiménez, quien lo representa. Ha participado en las antologías poéticas: Poesía Social sin banderas (2005); Polen para fecundar manantiales (2008); Con otra voz y Poemas inolvidables (2011), Tocando el viento (2012) Antología Nacional de Relata (2013), Contagio poesía (2020) y Quemarlo todo (2021). He participado en las antologías narrativas: Elipsis internacional y Diez años no son tanto (2021). Ha participado en las siguientes revistas de divulgación: Hojalata y María mulata (2020); Heterotopías (2022) y Atarraya cultural (2023). He participado en todos los números de la revista La gota fría: No. 1 (2018), No. 2 (2020), No. 3 (2021), No. 4 (2022) y No. 5 (2023). Ha participado en los siguientes eventos culturales como conferencista invitado: Segundo Simposio literario estudiantil IED NARA (2023), con la ponencia: La literatura como reflejo de la identidad del caribe colombiano; VI Encuentro nacional de investigadores de la música vallenata (2017), con la ponencia: Julio Erazo Cuevas, el Juglar guamalero y Foro Vallenato clásico (2016), en el marco del 49 Festival de la Leyenda vallenata, con la ponencia: Zuletazos clásicos. Ha participado como corrector estilístico y ortotipográfico de los siguientes libros: El vallenato en Bogotá, su redención y popularidad (2021) y Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020), en el cual también participé como prologuista. El artículo El vallenato protesta fue citado en la tesis de maestría en musicología: El vallenato de “protesta”: La obra musical de Máximo Jiménez (2017); Los artículos: Poesía en la música vallenata y Salsa y vallenato fueron citados en el libro: Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020); El artículo La ciencia y el vallenato fue citado en la tesis de maestría en Literatura hispanoamericana y del caribe: Rafael Manjarrez: el vínculo entre la tradición y la modernidad (2021).

@luiskramirezl

2 Comentarios


FRANCISCO GONZÁLEZ GIL 22-08-2020 10:15 AM

Y finalmente nos quedamos sin saber quienes son los Juglares Vallenatos

Luis Carlos Ramírez Lascarro 18-10-2020 11:02 AM

El artículo no busca definir quienes son, sino revisar el concepto. Para mi, apegados a la definición del diccionario, todos los actores del conjunto son juglares, debido a que son artistas itinerantes.

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